Qué huelga?" Es la pregunta de un camarero emeritense a las puertas de una Oficina del Servicio Extremeño Público de Empleo (Sexpe), donde ha acudido a acompañar a un familiar, a menos de una semana para la huelga general convocada para el próximo miércoles (29-S). Es también la muestra de hasta qué punto puede estar desmovilizada la población extremeña de cara al paro, por mucho que los sindicatos auguren el "éxito" de la iniciativa.

"Lo de intentar desanimar con predicciones de escaso seguimiento es algo típico en estos casos y no ha funcionado en ocasiones anteriores", argumentan desde CCOO y UGT para combatir la sensación generalizada de escaso respaldo a la movilización que incluso han cuantificado algunas encuestas. La más reciente, del diario Público publicada el viernes, refleja que sólo un 18% de trabajadores tiene previsto secundar la huelga, frente a un 67,1% que ha decido trabajar el 29-S; y un 14,9% está indeciso. Otro sondeo reciente del periódico La Razón , afirma que dos de cada tres trabajadores no harán huelga, frente a un 25% que tiene decidido secundarla. Hace tres semanas, otro sondeo publicado en El País reducía el índice de decididos a participar en la protesta al 9%, lo que suponía un importante descenso con respecto al 15% que detectaba otro efectuado por el mismo diario en julio.

VERSIONES OPUESTAS Pero más allá de las cifras, las interpretaciones de lo que ocurrirá el próximo miércoles no pueden ser más distintas. Lectura de los sindicatos e IU (apoyan la convocatoria): será un éxito o, al menos, tendrá mucha más repercusión de la que en general se pronostica. Versión de los empresarios y el PP y el PSOE (la rechazan): es el momento más inoportuno y la mayoría de la gente no secunda la iniciativa, aunque temen a los piquetes.

¿Y esa gente qué opina? Quizá uno de los casos más llamativos sea el del camarero emeritense que, a menos de una semana de la huelga general, ni siquiera había escuchado hablar de ella. "De verdad, es la primera noticia que tengo", comenta, él mismo sorprendido. ¿Es que vive aislado? Ni mucho menos, trabaja en un céntrico bar en el que escucha hablar de todo tipo de temas. ¿Acaso es ajeno a la situación económica que atraviesa el país? Para nada, recientemente estuvo en paro y, de hecho, está acompañando a un familiar a una oficina del Sexpe.

¿Entonces? Puede ser un ejemplo de hasta qué punto se han alejado los sindicatos de la población, que en general parece sentirse poco identificada por las múltiples causas de esta huelga general (los recortes sociales de la reforma laboral y una posible modificación de las pensiones --ya congeladas--, la política económica restrictiva...). Siempre hay excepciones, como la de María Antonia Sanmartín, una desempleada que está decidida a participar en la manifestación --a falta de poder ejercer el derecho a la huelga-- al estar segura de la "necesidad de un cambio". O de Margarita Solís, propietaria de un puesto de fruta que probablemente cerrará, en parte por su apoyo a la causa y en otra por el temor a las posibles acciones de los piquetes.