Ligia Palomino es una de las 19 supervivientes del accidente. "De repente, el avión comenzó a tambalearse, se iba de un lado a otro hasta que cayó. Salí despedida. Luego solo recuerdo gente en el suelo, humo, explosiones y perdí el conocimiento", relató ayer esta médico del Samur, de origen colombiano, ocupante del asiento 9 B. Su intención era viajar a Gran Canaria para celebrar el domingo su 42º cumpleaños en compañía de su pareja, que también sobrevivió.

Ingresada en el Hospital Ramón y Cajal, con algunas fracturas y muchas ganas de volver a trabajar con sus compañeros, que la rescataron del horror, aseguró que hay partes que recuerda entre sueños. "Estaba tumbada entre gente, en medio de la pista. Pensé que si no llegaba nadie, moría. Pero llegó su ayuda. Gracias a ellos estoy viva. Siento que he vuelto a nacer", relató emocionada.

Palomino aseguró que recuerda con nitidez que, antes del accidente, el comandante del avión contó por megafonía que se había encendido un piloto pero que no sabía de qué se trataba y que prefería que lo revisasen. "En ningún momento --recordó-- bajamos del aparato, aunque se acercaron dos autobuses y nos dijeron que si había necesidad de que bajáramos, bajaríamos. Pero no nos bajaron porque habían resuelto el problema, al parecer con el aire acondicionado, por lo que nos dijo el piloto. Y despegamos. O lo intentamos".

Pedro Angel González Díaz, de 40 años, ingresado en el Hospital de La Paz con fracturas en los dos fémures y la pelvis, es otro de los supervivientes. "Hubo como una explosión, salí despedido por una puerta y, de repente me vi sentado en el campo. No podía moverme. No sé lo que pa- só, ni cómo me he salvado".

RESCATE DE ENTRE LAS LLAMAS González fue el único herido que pudo contar a las autoridades que visitaron este hospital madrileño cómo vivió el accidente. Recordó que ocupaba el asiento 5 B y que los bomberos le rescataron de entre las llamas. "No sé cómo he podido salir con vida", repetía. "Quizá viajar en la parte delantera del aparato o, simplemente, la suerte", dijo.

"Me encuentro bien, me encuentro bien. No recuerdo nada", aseguró en el Ramón y Cajal Anna Stefanides, una sueca de 56 años, diagnosticada de un fuerte traumatismo cranoencefálico. La mujer, que esperaba la llegada de su marido desde Estocolmo, ha experimentado, según los médicos, una evolución favorable.