Al margen del impacto visual que produce ver el río Tajo convertido en una corriente de agua sin profundidad y con un ancho de apenas cinco metros, los ecologistas han denunciado el impacto ambiental que supone la "desecación" del río en un entorno considerado Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA). En este sentido, aseguran que en el embalse y aguas arriba del Tajo nidifican especies protegidas como la cigüeña negra, el águila imperial, el águila-azor perdicera, el halcón peregrino, el alimoche, las grullas y el milano real. "Todos ellos verán afectado su hábitat y muchas de ellas no volverán a la zona".