Los últimos datos de la contabilidad regional de España muestran que la industria Extremeña aporta poco más de mil millones al conjunto del PIB regional. Esto supone aproximadamente el 6,1% del total, una cifra muy baja y muy lejana del objetivo que pretende el plan: en España, el peso de este sector es del 13,5%. Esto supone que para equiparar la media, manteniendo la actual foto fija , Extremadura debe en cuatro años duplicar de largo el volumen de riqueza que aporta la industria, situándolo por encima de los 2.300 millones.

¿A costa de qué sectores? Fundamentalmente, de la agricultura, que en Extremadura tiene cuatro veces más peso en la economía que en el conjunto de España, y también de la construcción, donde el peso en la región es tres puntos más que en la media. Estos dos sectores tienen en común un rasgo: son intensivos en mano de obra pero generan poco valor añadido, poca riqueza. Estas dos variables hacen que su mayor peso en la economía haga que ésta sea más sensible a las crisis, que se ceban con los sectores de menor cualificación.

Los datos de los últimos ocho años marcan una cierta convergencia, aunque muy lenta y con algunos aspectos negativos. Así se ve que para un crecimiento del PIB extremeño ligeramente superior al nacional (27,9% frente a 26,6%) en el periodo de referencia, la agricultura regional ha perdido peso (más de cinco puntos) pero menos que la nacional, donde el peso relativo de este sector en el total cayó en siete puntos.

Mientras, la industria extremeña avanzó un 14,6%, algo más que la media nacional, donde el crecimiento fue del 12,4%. Sin embargo, se incrementó espectacularmente el peso de la construcción, cuyo PIB sectorial subió en Extremadura más del 49%, cuando en la media nacional ese incremento quedó en el 45,7%.

Con todo, el avance de la industria ha sido insuficiente, ya que no adecuó su paso al ritmo de crecimiento de la economía extremeña. En el 2000, las actividades industriales aportaban en Extremadura el 6,9% de la riqueza, y ahora esa aportación ha caído ocho décimas, en lugar de aumentar. En España el proceso ha sido similar, pero más acelerado: el peso de la industria cayó en ocho años tres puntos.

Como quiera que para ambos casos --Extremadura y España-- el sector beneficiado por esa caída de la industria (y también de la agricultura) ha sido la construcción, hay motivos para la alarma.

Durante los ocho años de referencia, en Extremadura se generaron más de 4.000 empleos en la industria, frente a los más de 15.000 de la construcción. En España la industria ganó 130.000 trabajadores y la construcción casi 750.000. La consecuencias de este modelo pueden traducirse en una expulsión masiva de trabajadores de la construcción al paro.