El deterioro que ha sufrido el sector tabaquero en Extremadura no solo se percibe a pie de campo, en la reducción del número de agricultores y la superficie de cultivo. Las industrias transformadoras instaladas en la región también han sufrido importantes cambios en esta última década y la tendencia, en todos los casos, ha sido hacia el decrecimiento.

El mejor ejemplo es Cetarsa (Compañía Española de Tabaco en Rama), una sociedad estatal en régimen de derecho privado que hasta el 2002 contaba con centros de fabricación y recogida de tabaco en Plasencia, Navalmoral, Coria, Jaraíz, Talayuela y Jarandilla de la Vera. En ellos trabajaban cerca de 1.200 trabajadores. Pero bajo el argumento de que era necesario dinamizar la economía de las comarcas que se veían afectadas por la reducción de actividad de algunos de estos centros, ejecutó un ´plan de futuro´ que supuso el cierre de la planta de Plasencia y el cambio de actividad de las de Jaraíz y Jarandilla, que quedaron como almacenes. Los otros tres aún mantinen su papel de centros productivos. Además, en el 2002 se aplicó un expediente de regulación de empleo (ERE) que redujo su plantilla a la mitad --la mayoría extremeños, más los 200 de la fábrica cerrada en Granada--.

La compañía Altadis (resultante de la fusión de Tabacalera y la francesa Seita) conserva su fábrica en Palazuelo (Cáceres), dedicada al batido y elaboración de lías de tabaco Ducados y Farias. A principios de esta década tenía 84 empleados, pero un plan de ajuste llevado a cabo en el 2005 los redujo a 56. Un nuevo ERE aprobado este año --tras ser comprada por la compañía Imperial Tobacco-- rebajará a la mitad su plantilla actual, con 44 trabajadores.

Agroexpansión mantiene su fábrica de procesado en Malpartida de Plasencia, con un centenar de empleados. En el 2005 la planta estuvo a punto de cerrar.