Es la una de la tarde, el olor a lentejas no distrae a los más pequeños, más preocupados por dar patadas a un balón, mientras sus padres hablan de sus cosas fumando o alternando a las puertas de su techo temporal , donde una patrulla de la Guardia Civil vela por el orden público. Ese es el ambiente que se respiraba ayer en el pabellón deportivo de la localidad pacense de Villalba de los Barros, donde han sido realojados algo más de un centenar de ciudadanos rumanos después de que el agua se llevara parte de sus pertenencias de un asentamiento ilegal en unos terrenos del ayuntamiento. Pese a todo, no les falta una sonrisa y ganas de posar en cuanto ven una cámara fotográfica, tal vez ilusionados con llevarse este recuerdo de regreso a su país.

Han perdido parte de sus pertenencias, pero están agradecidos a los vecinos del pueblo, que les han facilitado víveres desde que a última hora de la tarde del lunes tuvieron que ser desalojados de donde estaban al haberse desbordado el arroyo junto al que acampaban. En su nuevo hogar tienen comida, cama y techo, algo que les falta en su zona de acampada. "Aquí la gente nos trata muy bien", comenta Pietrus mientras retira uno de los balones lanzados por los niños, una treintena, que juegan ajenos a lo que pasa a su alrededor.

Aquí no están solos, varios efectivos de Cruz Roja --han llegado desde Badajoz, Almendralejo y Montijo-- atienden cualquier emergencia y les facilitan ropa de abrigo, comida y camas improvisadas en el recinto. En esa tarea de cuidados también deben estar atentos a la picaresca. El efecto llamada también se ciñe a la instalación, por lo que ayer elaboraban un censo para que estas atenciones las reciban quienes estaban en los terrenos inundados y no otros invitados .

Los afectados insisten en que están en Villalba para trabajar en la vendimia --las viñas estaban ayer inundadas--, como lo hacen miles de compatriotas suyos en las poblaciones cercanas de Santa Marta y Almendralejo. "Nosotros solo venimos a trabajar, aquí nos pagan bien", dice Gica, otro rumano realojado.

La masiva llegada de estas personas es un "viejo problema en Villalba", señala el alcalde de la localidad, Antonio García, que ayer inspeccionaba la zona anegada, ocupada sin permiso.

Lo cierto es que esas comodidades que disfrutan ahora se acabarán hoy o mañana, cuando dejen el polideportivo.