"Para los pacientes es una muy mala noticia el hecho de que hayan bajado las donaciones de órganos en Extremadura". Son palabras de José Antonio Sánchez, presidente de la Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón (Alcer) de Cáceres. A su juicio, los principales responsables de esta situación "están en la coordinación de trasplantes", y señala que la coordinadora regional, Gema Guerrero, "tiene empeño, pero tenemos dudas de que tenga la libertad para trabajar".

Preguntado sobre qué se debería hacer para intentar aumentar las donaciones de órganos en Extremadura, su respuesta es contundente: "Poner coordinadores en hospitales comarcales como los de Coria, Navalmoral de la Mata y Plasencia, porque es incomprensible que no haya coordinadores regulares y eso afecta negativamente a la hora de detectar posibles donantes, hace que se pierdan donantes". En su opinión, ese personal debe estar en todos los hospitales, y no solo en el Infanta Cristina de Badajoz, el San Pedro de Alcántara de Cáceres y el hospital de Mérida, como en la actualidad.

Además, hay que tener en cuenta, apunta, que "más de 150 personas están a la espera de un trasplante de riñón en Extremadura" --los enfermos de riñón suponen la gran mayoría de pacientes a la espera de una donación de órganos en la región-- y que "solamente el veinte por ciento de los pacientes que reciben diálisis son posibles beneficiarios de trasplantes; el resto no".

Sánchez habla con conocimiento de causa, ya que él está trasplantado de un riñón donado por su padre al morir. Gracias a él salvó la vida. "Mi padre me donó el riñón pero no fue en vida. El contempló la idea de donármelo en los seis años que estuve en hemodiálisis" recuerda con nostalgia en una entrevista concedida a este periódico tras recibir el premio Derechos Humanos de Extremadura. "Tras su muerte me enteré que durante los quince días que estuvo en coma nos hicieron pruebas de compatibilidad, algo que yo no sabía, y dió positiva".