José María era artificiero. Trabajaba en los Cuerpos y Fuerzas del Estado desactivando bombas, hasta 1989, cuando resultó herido mientras intentaba desconectar un artefacto. 22 años después y como presidente de la Asociación Extremeña de Víctimas del Terrorismo (Asexvite), no esconde su satisfacción por el anuncio de ETA del "cese definitivo de la actividad armada".

--¿Qué sintió el jueves al recibir la noticia?--Alegría. Que ETA diga de motu propio que cesa la violencia, que no habrá más muertes, es muy positivo. Bienvenido sea.

motu propio

--¿Se acordó de alguien en concreto?--Me acordé, en general, de las víctimas. Somos muchas víctimas y mucho dolor generado... ¿Y para qué? Nunca estará justificado lo que han estado haciendo.

--¿Era esto lo que ustedes creían que se iba a producir o esperaban algo más?--Se habla de la entrega de las armas. Porque, si no hay actividad armada y cesa la violencia, para qué las quieren. Pero creo que la entrega de armas sería menos creíble que este comunicado, porque nunca sabríamos si las entregan todas. Sería solo simbólico. Lo que nosotros pretendíamos, buscábamos y por lo que luchábamos era evitar que hubiese más víctimas.

--¿Es el paso definitivo o desconfían?--Para ellos mismos, con el acto de San Sebastián, este proceso es más creíble. Creo que es más real que en otras ocasiones. Confío en que sea así. Hay más probabilidades de que ésta sea la definitiva y la verdadera.

--¿Y si fuese una estrategia electoral?--Ojalá no. El pueblo vasco está muy cansado. Sentía que ya era hora de que esto llegara.

--¿Esperan que ahora ETA dé un paso más y tenga un gesto con las víctimas?--Tendrán que arrepentirse y reconocer su historia. No pueden decir que aquí no ha pasado nada. El arrepentimiento podrán tenerlo, unos con los dedos cruzados y otros pidiendo perdón. Otra cosa es el perdón de las víctimas, que es muy personal e individual y un conflicto psicológico muy fuerte. A lo mejor hacen más daño que si se quedan callados.

--¿Se abre un nuevo escenario?--Sí. Ellos entrarán ahora en el juego político y pedirán algo a cambio. Deben acatar la legalidad y cumplir con ella. Se les puede escuchar y hablar, sin concesiones, sin una negociación pura y dura, y solo con sus representantes políticos.