Un equipo de cirujanos del Hospital Clínico de Barcelona operó ayer al rey Juan Carlos para extirparle un nódulo del pulmón derecho. La intervención, programada desde hacía 10 días, se desarrolló con normalidad y acabó con una buena noticia: el tumor es benigno, no es cáncer. El jefe del Estado recibirá el alta hospitalaria en "cuatro o cinco días" y podrá volver a la actividad "no física" en dos semanas, según el equipo médico.

El Rey, que tiene 72 años, llegó a Barcelona la tarde del viernes y durmió en la Clínica Planas, donde habitualmente se hace los chequeos médicos. Ayer por la mañana, a las 7.30 horas, ingresó en el Clínico. Entró en la sala de operaciones a las 9.20. Pocos minutos después, la Casa del Rey emitió un comunicado en el que anunció que el Monarca estaba siendo operado y aportó numerosos detalles sobre la prueba y la localización del nódulo. El jefe del Estado salió del quirófano a las 11.45 horas.

El esfuerzo de transparencia informativa y la necesidad de demostrar la poca importancia de la intervención a la que se sometió Juan Carlos hizo que, en apenas cinco horas, se conociera la noticia, se produjera la operación y el equipo médico explicara en qué había consistido.

NI UN CIGARRILLO El doctor que dirigió la intervención, Laureano Molins, explicó que han aconsejado al Rey que deje de fumar ya que el tabaco es la causa del 95% de los tumores malignos, por mucho que, en este caso, no se haya podido establecer la "causa definitiva" del nódulo. "Le hemos pedido que deje de fumar", dijo Molins. Miembros del equipo que trabaja con el Monarca aseguran que, desde el 28 de abril, día en el que supo que pasaría por quirófano, no ha encendido ni un cigarrillo.

La intrascendencia de la operación es el principal argumento que explica, según un portavoz de la Casa del Rey, el hecho de que ningún miembro de la familia real estuviera junto al Monarca cuando entró en el quirófano. La Reina viajó a Barcelona a primera hora de ayer, para estar en la habitación cuando se despertara de la anestesia, y el Príncipe no anuló su asistencia a la investidura de la presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla. "Si todos los hijos se hubieran reunido en el hospital, como ocurre en cualquier familia, el mensaje que se habría enviado a la sociedad habría sido malinterpretado. No son una familia normal, y por eso han continuado con sus agendas", explicó el portavoz.

El Heredero vuelve esta mañana e intentará visitar a su padre hoy, si el volcán islandés lo permite. Del Eyjafjalla está pendiente también el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que anoche no había podido cerrar el viaje.

ULTIMO ACTO El Monarca mantuvo su agenda de trabajo hasta justo antes de viajar a Barcelona, ya que, a primera hora de la tarde del viernes, recibió en la Zarzuela al vicepresidente estadounidense, Joe Biden. El Rey entró en el Salón de Audiencias sonriendo y solo mostró las ya habituales dificultades al caminar, consecuencia de las lesiones que ha sufrido por el deporte.

Ese encuentro con el número dos de Barack Obama estuvo a punto de no realizarse. En un principio, se iba a celebrar ayer por la mañana, pero la cumbre extraordinaria del Eurogrupo, que se llevó a cabo el viernes por la noche en Bruselas, obligó a modificar las agendas: Zapatero se vería con Biden el sábado, y el Rey, el viernes.

El presidente fue informado hace una semana de la operación de Juan Carlos. Y, de hecho, estuvo a punto de ser él el primero que hablara de la intervención del jefe de Estado. En la madrugada del sábado, las noticias sobre los problemas de salud de algún miembro de la familia real ya corrían por las redacciones y Zapatero, a la una de la mañana, se disponía a dar una rueda de prensa desde Bruselas.

En la Casa del Rey ya habían pensado en emitir el comunicado con la información el sábado por la mañana --como ocurrió--, pero, si la noticia saltaba, se hubiesen visto obligados a adelantarlo a la madrugada.