¿Fue un juego mortal, un ajuste de cuentas o un crimen sin piedad? Estos interrogantes pululaban ayer en Casar de Cáceres durante el funeral de Agustín Garzo. Cientos de personas se acercaron hasta la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción para dar su último adiós a este chaval de 24 años, al que todos definen como "una persona muy buena". Sólo la investigación judicial podrá aclarar las causas del suceso.

Una hipótesis policial no descarta que se tratara de un juego, que los jóvenes agarraran el arma y "tontearan con ella pensando que estaba descargada", sin reparar en sus graves consecuencias. Tampoco se ha desechado que se tratara de un crimen producto del ensañamiento: un disparo mortal con una bala que entró por el cuello y llegó hasta el tórax provocando la muerte rápida.

La droga también aparece como punto importante en el escenario de una tragedia llena de preguntas sin respuestas. La policía encontró cocaína en el interior de la vivienda, presuntamente un narcopiso del que, según los vecinos, "entraba y salía mucha gente joven".

Fuentes policiales indicaron que el presunto autor de los hechos regentaba un bar que había sido investigado. Añadieron, además, que la víctima trabajó en el bar Gui Gui, establecimiento donde la policía realizó con éxito una operación antidroga en noviembre del año 2002.

Ayer, unos amigos y una familia destrozada despedían al "buen chaval" y buscaban consuelo en las palabras del párroco, que hizo mención al 11-M y a esta sociedad demasiado marcada por la "violencia" en la que nos ha tocado vivir.