Eustaquio Blanco, en representación del Restaurante El Figón de Eustaquio de Cáceres, que se abrió en el año 1947, dedicó la Medalla de Extremadura a los familiares, especialmente hermanos y padres, y trabajadores que han hecho posible que este establecimiento cumpla 60 años y sea un exponente "de una cocina con aroma y sabor verdadero de nuestra tierra, siendo fieles a una cocina que debe ser sincera y natural". Durante su discurso tras recibir el galardón, emocionado, este cacereño también destacó que la cocina está adquiriendo una gran importancia económica y social y que se está convirtiendo en "un referente de la calidad de Extremadura".

El restaurador extremeño señaló que el éxito de su negocio hostelero se ha fraguado en la calidad de la materia prima utilizada y en la proximidad del casco histórico cacereño.

Además recordó sus viajes al Pais Vasco para conocer los secretos de la cocina y su paso por la Escuela de Hostelería de Madrid, donde se matriculo en 1964, y que era el único extremeño que en ese momento estudiaba cocina allí.