Javier Domínguez era yesista. Era (en pasado), porque ahora trabaja en las instalaciones de la Agrupación de Cooperativas del Valle del Jerte. La crisis, sobre todo la de la construcción, dejó a este placentino sin el empleo que venía ocupando durante los cuatro últimos años y le ha empujado al campo, a la campaña de la cereza. Como a Isidro Alvarez, de Mirabel, que viene de trabajar en la hostelería en Canarias y en la construcción en Madrid; o como Francisco Fernández Delgado, vecino de Riolobos y que también procede del sector del ladrillo.

Estos días la actividad en el Valle del Jerte es frenética en torno a la recogida de las cerezas, que pintan de rojo el paisaje entre el millón y medio de árboles donde crecen. El trabajo se desarrolla en el campo, pero también en casas particulares y garajes. En el interior de estos últimos, las mujeres, principalmente, realizan la selección de los frutos que llegan de las fincas sin diferenciar los tamaños.

En este trajín, aparentemente normal para las fechas actuales, ha introducido sus tentáculos la crisis, al aumentar la demanda por parte de trabajadores procedentes de sectores que no tienen nada que ver con la agricultura. En este sentido el presidente de la Agrupación de Cooperativas del Valle del Jerte, Angel Prieto, advierte que la situación económica ha triplicado las peticiones de trabajo respecto a años anteriores: "en otras campañas anteriores solíamos tener entre trescientas y cuatrocientas peticiones de trabajo, sin embargo ahora mismo oscilan entre ochocientas y mil". Este aumento "tan importante" en la demanda de empleo "evitará que ocurra como otros años, en los que a veces teníamos problemas para cubrir todas las contrataciones que realmente necesitábamos".

"Estamos en una época en la que encontrar trabajo no es fácil", coinciden Javier, Isidro y Francisco, que no descartan continuar en el sector agrario cuando termine la campaña de la cereza en el Jerte. La "salvación" para no regresar a las listas del Servicio Extremeño de Empleo (Sexpe) en los próximos meses está en otros cultivos, como el tabaco o el pimiento para pimentón. "Hay que buscar un sueldo donde sea con tal de no estar parado", agregan.

Según Isidro, las posibilidades de que la situación en la construcción mejore son pocas y encima se enfrentan a la competencia de los inmigrantes, que trabajan por "menos dinero y sin derechos sociales", sobre todo en Madrid.

Muchos albañiles

El presidente de las cooperativas extremeñas explica que la procedencia de los demandantes de empleo y de las personas que están contratando "es variada". La mayoría son habitantes de Plasencia, La Vera y el Campo Arañuelo. Desde la ciudad del Jerte llegan sobre todo albañiles que, tras quedarse sin trabajo, tratan de salir de las listas del paro a través de la agricultura.

En cuanto a inmigrantes, Angel Prieto precisa que sobre todo son de nacionalidad marroquí y que viven en municipios veratos o del Arañuelo.

Por su parte el presidente de la Cooperativa San José de Piornal, Andrés Sánchez, coincide en que este año el número de demandantes de trabajo "es muy superior al de campañas anteriores". "La mayoría de los nuevos son trabajadores de la construcción que se han quedado sin empleo en los últimos meses", asegura.

Pero en la cadena de producción cerecera hay otro eslabón importante que también está comenzando a ver dificultades. Es el de los propios agricultores, los productores. Eusebio Muñoz, de Valdastillas, se afana estas semanas en recolectar el exquisito fruto, junto a una trabajadora y un empleado de orígen marroquí. En su caso se lamenta, como propietario, de la poca rentabilidad del producto. El echa cuentas y no le salen. Paga 50 euros de jornal a cada trabajador contratado y otros 11 de Seguridad Social. Pero los precios que están recibiendo por su producto no son todo lo altos que desearían.

Muñoz se resigna, sigue con su labor y mantiene su confianza en gente con experiencia en la campaña de la cereza, mientras que quienes antes trabajaban en la construcción o en la hostelería siguen buscando amparo laboral en el campo.