Antes de que el expresidente del Gobierno Felipe González hiciera un subjetivo e intimista retrato de su amigo Helmut Kohl, el excanciller alemán había dejado escapar más de una lágrima emocionado por el reconocimiento que le estaba brindando la Academia Europea de Yuste.

El culpable de sus lágrimas fue un vídeo que repasaba la vida y trayectoria política del galardonado. "Han sido unos minutos muy importantes que resumen mi vida. Unas imágenes muy emocionantes en las que he visto mi ciudad natal destruida en 1945 por más de cien bombardeos", aseguró Kohl en un discurso en el que la paz cobró especial significado. "Cuando me preguntan qué quiero para Europa siempre digo que el primer objetivo es que nunca haya guerra". La guerra, advirtió, "marca a una persona para toda su vida".

Kohl realizó un discurso optimista y muy esperanzador en el que demostró que todavía sigue creyendo a ciegas en una Europa unida. Así, pidió una mayor determinación de los intelectuales a la hora de pronunciarse en favor de la construcción europea.

Kohl alabó el papel de España en el proceso de la Unión Europea, así como la ayuda prestada a la unificación alemana y destacó la importancia de las actividades que desarrolla la Academia Europea de Yuste.

Antes del discurso de Kohl, Felipe González, encargado de pronunciar la laudatio , ya apuntó que al alemán de gran tamaño le acompañaba también una enorme sensibilidad. "Es un hombre de sentimientos profundos, un alemán prototipo con sentido de la amistad. Cuando le conocí me impresionó su sentido de la historia, de la familia y de la libertad", algo que, aseguró González, "difícilmente aparece en las crónicas sobre la historia política".

Comparando la figura de Carlos V con la del excanciller alemán, González señaló que "Kohl ha sido un hombre de poder, pero también un hombre con autoridad como cualidad moral, que es la que pervive cuando el poder ya no se tiene".