"Hijo de puta", "cabronazo" o "maricón de mierda". Son algunos de los insultos que J. C., un médico que trabajaba en el centro de salud de Miajadas, tuvo que soportar en dos ocasiones, en noviembre y agosto pasados, de una misma familia. Por estos hechos, las acusadas, una madre y dos hijas, acaban de ser condenadas por una falta contra la autoridad a una multa de cuatro euros durante quince días y al pago de las costas del juicio. El enfrentamiento se originó al no estimar oportuno este facultativo realizar dos derivaciones que le solicitaban las pacientes.

"Casi todos en el centro tuvieron problemas con esta gente. En cuanto los veían, los auxiliares y los administrativos se echaban a temblar", rememora este médico, que añade que la idea inicial en el centro "fue hacer algo entre todos, pero poco a poco, por miedo o comodidad, se fueron echando para atrás".

Con 37 años y casi una década ejerciendo, esta ha sido la primera vez que J. C. vive una situación de este tipo. "Puedes discutir por una receta, pero nunca había tenido problemas tan violentos".

A su juicio, las multas económicas no son la solución adecuada. "Probablemente se acaben declarando insolventes y no paguen. Hay que buscar otro tipo de medidas", concluye.