Recibe la medalla de Extremadura tras dedicar buena parte de su tiempo a erradicar, desde la ciencia y el conocimiento, las injusticias que la mujer ha sufrido a lo largo de la historia, aquella que las ha "borrado" de los libros de historia y la que les ha negado un sueldo por su trabajo.

Bajo la máxima de que "no hay ciencia más valiosa que la ciencia comprometida", sostiene que vive un momento especial al recoger la máxima distinción de la región porque aún mantiene "una deuda" con Extremadura, la tierra que alimentó a su familia en los malos tiempos, momento en el que recordó el papel que jugaron sus padres en su vida. También dijo que en su juventud buscó su futuro fuera de la región pero reconoce que ya le ha llegado el momento en el que "vuelvo los ojos para mi infancia, para la Sierra de Gata", una tierra a la que en la medida que pueda tratará de devolver "lo mucho que le debo".