BAGDAD. Niños, mujeres, hombres que no desean pagar con su vida la permanencia de Sadam en el poder. Civiles, como los de la foto, que se alejan de Bagdad, por la carretera tomada por las fuerzas norteamericanas, con la bandera blanca, la de somos inocentes, la de ´no a la guerra´. Porque los bagdadís no han podido conjurar lo inevitable: la llegada de las tropas aliadas a la puerta de casa. Porque, de los cinco millones de bagdadís, varios miles emprenden el éxodo para no figurar en la lista de héroes o mártires pedida por Sadam o en el diario parte de bajas civiles. Su gran batalla, como ocurre en las guerras, es la supervivencia. EVA PERUGA