Cuando hace un año y medio Gloria --ése no es su verdadero nombre, pero prefiere ocultar su identidad-- decidió separarse de su marido no sabía que el infierno acababa de empezar.

Casada a los 17 años después de cinco de noviazgo, Gloria se divorciaba tras treinta años de matrimonio marcados, según cuenta, por un continuo maltrato psicológico. "Nunca me pegó, pero siempre me estaba gritando, insultando, diciéndome que no valía para nada", explica. De hecho, reconoce que aún hoy "en parte sigo pensando que no valgo para nada", por lo que acude a la consulta de un psicólogo.

Con tres hijos en común, esta mujer decidió abandonar a su marido tras quince años amargada por el problema que éste tenía con el alcohol. "El nunca se había creído que lo iba a hacer, pero me separé, me fui de casa y al cabo de dos meses se metió en mi casa y empezó a agobiarme, a no dejarme dormir, a perseguirme...", y todo ello desembocó en su primera denuncia.

Pero este hombre, que hasta ahora sólo la había maltratado psicológicamente, empezó a transformarse y cada vez era más violento, salpicando su continua persecución "con amenazas de muerte". Ella, convencida, le denunció en varias ocasiones más, "pero después de cada denuncia llegaba una represalia, hasta que me destrozó la casa". Y todo ello pese a que el juez dictó una orden de alejamiento que su exmarido incumple de forma reiterada. Tanto es así que Gloria recuerda una noche en la que él le llamaba por teléfono "desde la puerta de mi casa, amenazándome, y yo sabía que estaba ahí, le sentía, así que hasta me fui de viaje".

Desprotegida

Ante esta situación ha decidido no presentar ni una denuncia más, porque "a lo mejor sirve para algo algún día, pero hasta ahora no me ha valido de nada". En este sentido, reconoce que no se siente "protegida por los jueces, porque pese a las denuncias yo estoy sin nada, no tengo casa ni ropa para ponerme, y este mes he cobrado por primera vez la manutención después de un año y porque le han embargado".

Vive asustada, porque "además de beber ahora se ha vuelto violento", y evita salir de casa para no encontrarse con él en ninguna circunstancia. Todo esto la está poniendo en una situación complicada y ni siquiera está buscando un empleo "porque no me siento con fuerzas".

Cuando echa la vista atrás tiene claro que toda su vida se la ha dedicado al hombre que ahora no le deja seguir adelante. Gloria asegura que "siempre he sido para él sus pies, sus manos, sus ojos, su criada, hasta su mueble... y ahora al ver que no tiene nada se ha agobiado y le están dando esos ataques de locura".

Esta mujer, que siempre antepuso su familia a todo lo demás, afirma que su exmarido no siempre fue así, puesto que "al principio era un hombre normal". Sin embargo, hace unos quince años "empezó a beber mucho y prácticamente ya no me soportaba porque intentaba que no bebiera, y desde entonces es insoportable".

Para la pregunta eterna --¿y por qué ha aguantado todo este tiempo?-- tiene su propia respuesta: "porque sé que en el fondo no es malo, es la bebida, es débil y le falta fuerza de voluntad".

Pese a todo le sigue teniendo cariño --"es el padre de mis hijos y ha sido mi familia durante 35 años"-- pero "nunca volvería con él".

No quiere que le metan en la cárcel porque "donde debería estar es en un centro psiquiátrico", pero eso tampoco le preocupa, porque ahora su único objetivo es "que me deje en paz y empezar de nuevo". Mientras llegue ese momento seguirá "sin esperar nada de la vida, simplemente estando ahí, encorchada".