En palabras de su actual alcalde, esta pequeña localidad situada en la "frontera triple" entre el Alentejo portugués, Andalucía y Extremadura, ha sido distinguida por "dar la mano a quienes lo necesitaron" siempre que la historia le ha brindado la oportunidad. La última, a los huidos de la guerra civil, cuando sus habitantes "supieron dar ejemplo" al resto del mundo dando cobijo a quienes lo habían dejado todo atrás.

"¡Qué honor!", exclamó el alcalde, supone para este pueblo portugués encontrarse entre las figuras insignes de Extremadura, una tierra a la que asegura que lleva en el corazón.

"En un tiempo de intolerancia y dolor, los barranqueños abrieron los brazos a quienes buscaban su salvación", y que huían "de una guerra que no era suya pero que la vivió intensamente" porque es una tierra "con una autonomía moral muy fuerte" fruto de todos los pueblos que allí han convivido.