Los cuestionarios anónimos completados por los universitarios reflejan una realidad de ocio juvenil. El consumo de drogas legales está extendido y admitido en esta franja poblacional y, para algunos, el de las ilegales no es ajeno.

--¿Qué ventajas habéis obtenido al enfocar la campaña desde el punto de vista de la reflexión y la autocrítica?

--Decían que les ha gustado que no ha sido la típica campaña en la que hemos ido a decirles lo mala que es la droga. Entiendo que hay una diferencia importante entre decir lo malas que son las drogas y lo que son las drogas. Las drogas son lo que son y provocan lo que provocan. Cuando intentamos meter mucho miedo y dar una visión muy negativa, el resultado puede ser el contrario al deseado porque hay una disonancia entre lo que me están contando y las vivencias. Y si hay una disonancia me quedo con la versión que más me interesa y después con la más cercana.

--¿Cómo surge la campaña?

--Al revisar las dos principales encuestas que se hacen en España --Edades y Estudes--, vimos que en la población entre 18 y 24 años era cuando se asentaba ya lo que era un hábito en el consumo de drogas. Entonces consideramos que aunque a priori se puede pensar que los universitarios no son una población de riesgo, consideramos que sí existe un riesgo ante la posibilidad de que se asentara el consumo de determinadas sustancias como un hábito estable.

--¿Y cuál ha sido la estrategia?

--Hemos cuestionado el tipo de información que tiene la población universitaria, que no es solo la científica sino también lo que me dicen mis amigos, lo que veo en la calle, lo que está en mi entorno, las experiencias personales y ajenas... Eso también es información.

--¿Y esa información paralela tiene más peso que la ´oficial´?

--Es que también aprendemos en función de lo que vemos y experimentamos. Y si yo consumo una determinada sustancia y no veo un deterioro a corto plazo, tiendo a pensar que no es tan dañina. Entonces, si consumo drogas y no me pasa nada, eso puede servir para reforzar el consumo. Pero los que habían vivido o visto a otros que consumir drogas les perjudicaba, podía servir para decir yo no me quiero meter ahí.

--¿Tienen miedo ante el consumo de drogas?

--Miedo tienen poco. Existe una actitud muy firme de personas que dicen ´yo no quiero pasar de aquí´. Y entre los que consumen existe la idea del consumo responsable y el autocontrol, entonces no tienen miedo.

--¿Cuáles eran los objetivos?

--Fundamentalmente dos. Incidir en esa parte de la información para que reflexionaran y sacaran conclusiones de si realmente estaban controlando, de si tenían en cuenta todas las cosas que hay que controlar antes de concluir si me relaciono de una manera responsable con el consumo de drogas. Por otro lado, en Extremadura tenemos una serie de disciplinas relacinadas con el ámbito de la salud y de lo social. Queríamos facilitarles esa herramienta para que puedan aplicarla cuando ellos estén trabajando.

--¿Y entre las conclusiones figuraba que no controlan tanto como creían?

--Esa era una de ellas. Pero es cierto que sigue habiendo una cierta resistencia e impera el pensamiento del yo controlo, los demás no . Pero mucha gente nos ha hecho llegar comentarios que iban en la línea de que hay cuestiones de nuestro entorno que nos influyen más de lo que pensábamos.

--Y los padres ¿qué deben hacer? ¿vigilar, hablar, escuchar...?

--Cuando unos padres se convierten en vigilantes dejan de ser padres para ser vigilantes. Los niños ven como los padres asociamos el consumo de determinadas sustancias a celebraciones, reuniones familiares... y esto no significa que tengan que desaparecer todas las botellas de vino de la mesa. Los padres deben facilitar a los pequeños dónde están los límites. Si soy padre y voy a coger el coche, no bebo. Si tomas dos cañas y te montas con tu familia en el coche, le transmites a tu hijo que no pasa nada, aunque las campañas de Tráfico digan lo contrario. Forma parte de la experiencia observada.

--Insisto, ¿cómo se deben comportar los padres?

--Primero enseñarles a diferenciar --y eso no solo se hace hablando-- que hay cosas que se pueden hacer en un determinado momento y otras que no, que hay cosas que se pueden hacer a una determinada edad y otras no. Si nos apetece tomar una copa de vino hay que transmitir de una forma clara que yo me la tomo porque soy adulto y responsable, y tú un vaso de agua porque no tienes edad para beber vino. Un mensaje muy claro que hay que transmitir a los hijos es quién tiene la autoridad en casa. Podemos negociar si con 15 años llegas a las doce o a las doce y media, pero no si el alcohol es bueno o malo a tu edad, porque el alcohol es malo a esa edad.

--Pero un universitario ya es un adulto...

--Ya es adulto, es otra óptica diferente. Pero es que no hay que esperar a los 15 años para negociar con un hijo si bebe o no bebe, desde mucho antes hay que enseñarles quién tiene la autoridad en casa. Quizás uno de los errores es que hemos pasado de imponer todas las normas a querer negociarlo todo. No podemos negociar con un niño de 4 años si se come un plato de sopa o no, se debe tomar la sopa y punto. La mejor estrategia es empezar por ahí, porque cuando tenga 15 años va a ser más difícil.