En torno a las ocho y media de la mañana comenzaron a llegar al centro de Badajoz los primeros responsables de la organización de la que es, según dicen las centrales sindicales, la mayor movilización de la historia de la región, entre otras cosas gracias a la benevolencia meteorológica.

A las diez y media la zona de Entrepuentes ya era una auténtica marea roja de banderas. Políticos y líderes sindicales se dejaban ver. Entre los que estuvieron, consejeros regionales como Manuel Amigo, Fernández Vara, Javier Corominas y Violeta Alejandre; los presidentes de las diputaciones de Badajoz y Cáceres, Vázquez y Caperote; y el rector de la Uex, Ginés Salido.

A las once y veinte por fin comenzaba a moverse la ingente masa humana con un grito común: "Restitución del subsidio agrario, ya". A la cabeza, un grupo de animación callejera con estética de la película Mad Max arrastraba presuntos cadáveres de jornaleros. Tras ellos, la primera pancarta, la de los sindicalistas, con Méndez y Fidalgo.

Unos metros más atrás, la de los políticos, donde 21 personas se apretujaban sin ningún recato. No faltó algún empujón y algún momento de tensión, aunque afortunadamente Manuel Veiga puso orden. Un conocido dirigente agrario extremeño recordaba: "La última vez me puse con los políticos y me llevé un codazo en el estómago.".

AMBIENTE REAL

Pero el verdadero ambiente estaba detrás, donde miles de personas --entre 9.000 y 40.000 según la fuente consultada-- participan en su singular Operación sindicato . Entre los cánticos más repetidos, "Esto nos pasa con un Gobierno facha"; "El campo unido jamás será vencido"; "España va bien, y una mierda pa´ el PP"; y "Aznar, c..., trabaja de peón".

En el cruce con la calle San Cristóbal llegó el punto de avituallamiento y una furgoneta repartía pañuelos, banderitas y paraguas sindicales... por si acaso llovía. En el alma de la marea roja una frase se repetía sin cesar: "Aquí hay más gente que en la de junio". Pero, como siempre, las cifras no están claras.

A las 12.29 la movilización llegaba a la Plaza de San Francisco, donde, a pesar de la mala jugada del equipo de sonido, tuvieron lugar los discursos y el concierto de la Candi2 Band . Por fin el momento de descanso, la hora del bocadillo y, a las dos de la tarde, otra vez al autobús. En el aire, una pregunta: "¿Será la última?"