Lleva poco más de medio año en la dirección del Instituto de la Mujer de Extremadura, pero su experiencia en este terreno tiene mucho más recorrido. Ahora, al frente de esta institución y como una de las voces autorizadas de la nueva Consejería de Igualdad y Empleo, mira con optimismo los resultados de la Ley de Igualdad y ve con algo de recelo los resultados de la paridad en las elecciones generales del 9 de marzo.

--A nivel general, ¿está satisfecha con el resultado de la ley?--Soy de esas personas que cree que la ley, en sí misma, ya es un logro. No solo porque favorece la igualdad de derechos entre hombres y mujeres; también fomenta la conciliación laboral y familiar.

--¿En qué medida se pueden percibir ya esos objetivos?--En apenas nueve meses ha habido 120.000 hombres que se han acogido al nuevo permiso de paternidad, una medida que tenía sus detractores pero que ha demostrado ser positiva porque la mayoría de los padres la han solicitado. Lo más importante es que con ella los hombres pueden comenzar a ejercer su corresponsabilidad en las labores domésticas y el cuidado de los hijos desde el principio. Ese permiso, al igual que el de lactancia y maternidad o el reconocimiento del derecho a vacaciones tras la baja maternal, no son simples medidas en pos de la igualdad, son nuevos derechos.

--Pero, ¿no da la sensación de que la ley, al margen de permisos, no termina de arrancar y ser visible?--Hay que tener en cuenta que hay logros planteados a corto plazo y otros a medio y largo plazo. Estamos empezando a ver que los empresarios están dejando los prejucios que tenían para la contratación de chicas jóvenes. Eso era y sigue siendo un problema. No puede haber un rechazo a un trabajador porque, por su edad, tenga más posibilidades de quedarse embarazada.

--¿Ese cambio se produce por convicción o por inercia social?--Esta ley está poniendo en marcha medidas muy incentivadas. En el caso del acoso y la discriminación laboral, hay un plan específico para que se vigilen de forma especial estas conductas y situaciones.

--Antes mencionaba medidas a medio plazo, ¿a cuáles se refería? ¿Qué será lo próximo que se debe implantar?--Se trata sobre todo de aspectos laborales y, especialmente, la introducción de planes de igualdad en los convenios colectivos. Hay que dar un margen de tiempo para que, según se produzcan las revisiones, en dos o tres años, se introduzcan en la negociación colectiva. En Extremadura habrá que esperar, pero a nivel nacional ya existen empresas que han dado ese paso, sobre todo las más grandes, y se empiezan a ver logros. En líneas generales, a pesar de las reticencias que tenía al principio la Confederación Española de Empresarios (Ceoe), la respuesta del empresariado está siendo positiva.

--¿Qué pasos se van a dar en Extremadura para incentivar este proceso cuando apenas hay una quincena de empresas con más de 250 empleados obligadas a incluirlos en sus convenios?--Entre otras medidas, vamos a conveniar con CCOO y UGT la creación de dos oficinas de asesoramiento laboral en derechos de igualdad de la mujer para asesorar a las empresas. Y en la Administración pública, por ejemplo, todos los departamentos de cada consejería tendrán unidades de igualdad.

--¿Cuál es el objetivo más difícil de alcanzar?--Quizás los marcados a largo plazo, que son, precisamente, los fundamentos de la normativa. Me refiero a la capacidad de la sociedad de cambiar los valores que permiten mantener ciertos estereotipos que inciden sobre la desigualdad y la discriminación.

--¿Y el incremento de la representación de la mujer en los órganos directivos?--Hay que tener paciencia. La ley requiere trabajo y debe ir calando en los convenios colectivos. Eso va a costar, porque es un problema que se debate en el seno de las empresas y con una negociación y conflicto de intereses entre los sindicatos y los empresarios.

--Las listas paritarias no han tenido el éxito pretendido en las elecciones generales.--Personalmente yo siempre he apostado por las listas cremallera, con un reparto equilibrado al 50% y posiciones de partida. Lo ocurrido era previsible por el modelo aplicado y las estadísticas de anteriores comicios. Pero es preferible que ocurra esto y que los partidos se vayan empapando de una cultura de hombres y mujeres, que andar peleándonos y entrar en una guerra de cifras.