Hace 30 años, cuando la era franquista agonizaba, en Extremadura había casi 135.000 analfabetos mayores de 16 años. La extensión de la educación y la implantación de niveles obligatorios ha ido haciendo caer esa cifra hasta los 51.600 del 2004, es decir, dos veces y media menos. En España, el descenso ha sido de dos tercios.

Paralelamente, crecía el número de titulados universitarios que residen en Extremadura, que pasó de los poco más de 6.000 que había en 1975 hasta los más de 37.000 del pasado año, donde, sin embargo, se aprecia un retroceso respecto al 2003, estimado en unos 2.000 titulados. En todo caso, es una progresión de seis veces más en 30 años, muy similar a la española.

Sin embargo, en términos de desempleo la evolución no ha sido tan positiva. En 1975 se contabilizaban en la región 2.800 analfabetos, y ahora, con muchas menos personas que no saben leer ni escribir, son 1.700 los extremeños de este colectivo que no tienen trabajo. Es decir, mientras que hay 80.000 analfabetos menos, el número de personas sin empleo y sin ninguna formación ha bajado en solo mil.

En cuanto a los titulados universitarios, hace 30 años había apenas 90 extremeños con la carrera terminada y que no tuviesen un empleo. En el pasado año, la cifra había subido hasta 3.200, es decir, el paro en ese sector se multiplicó por 35 mientras el número de titulados lo hacía por poco más de seis.

Además, y como factor añadido, el pasado año había en la región el mismo número de titulados por la universidad en paro que en 1993, cuando el número de personas con estudios superiores era la mitad.

Por lo que se refiere a la inserción laboral de los extremeños más formados, la progresión ha sido similar a la del número de titulados. Si en 1975 trabajaban en Extremadura menos de 5.000 personas con carrera universitaria, ahora el número ronda los 30.000, aunque parece notarse en los últimos años una tendencia, no ya al estancamiento, sino al descenso, al quebrarse en el 2003 una línea ascendente que se mantenía desde hace décadas.

Hacia las ciudades

Otro rasgo del capital humano que se marca en el estudio y que puede apreciarse en Extremadura es la tendencia a concentrarse en las ciudades por parte de las personas mejor formadas.

De este modo, las mayores poblaciones extremeñas, sin excepción, presentan niveles educativos de su población residente superiores a la media extremeña y, en algunos casos, a la nacional.

Esta lista estaría encabezada por Cáceres, donde sus vecinos tienen, como media, 8,4 años de estudio, lo que equivaldría al nivel de secundaria, y que supera en un año la media española y en dos la extremeña. Badajoz, Mérida, Plasencia, Navalmoral, Don Benito y Almendralejo seguirían por ese orden a la capital cacereña, aunque sólo Badajoz supera la media nacional.

Sin embargo, ninguna de ellas logra entrar en la lista de los cincuenta municipios españoles con mejor formación de sus vecinos, encabezada por Illán de Vacas, en Castilla-La Mancha, con 14,14 años de estudios de media, y que cierra San Cugat, con 9,7 años.

Sí aparecen, en cambio, dos poblaciones extremeñas entre las 50 españolas con menos formación. Ahí está Gargantilla, con apenas 3,1 años de formación media y un nivel de analfabetismo del 21%, y Garlitos, con 3,5 años de estudios, y un 11% de analfabetismo. Ninguna de las dos poblaciones supera el 1% de población universitaria, cuando la media extremeña está en el 8,5%.