La Delegación del Gobierno en Extremadura informó a última hora de ayer de la detención del presunto autor del disparo que en la madrugada del jueves costó la vida a Alejandro Clemente Ríos, un joven de 19 años, estudiante de Derecho y natural de Cáceres. Su padre, Genaro Clemente Zarain, un conocido empresario de la ciudad, de 59 años, que padecía del corazón, también perdió la vida tras conocer la fatídica noticia del fallecimiento de su hijo.

Las mismas fuentes no quisieron dar más detalles sobre la identidad del detenido y emplazaron a un rueda de prensa que ofrecerá hoy la delegada del Gobierno, Carmen Pereira. No obstante, la policía aseguró que se "viene abajo la teoría inicial de que era un ciudadano extranjero" y señaló que todo apunta a que es español, tras especularse durante gran parte del día con la hipótesis de que fuese foráneo.

La delegación confirmó que la muerte del joven se produjo en torno a las 3.30 horas de la madrugada del Día de Reyes, en las inmediaciones de las escaleras de bajada a la plaza de Albatros desde la calle Doctor Fleming, como consecuencia de un disparo de arma de fuego. Las mismas fuentes apuntaron que "inmediatamente después de producido el hecho, fue avisado el Cuerpo Nacional de Policía a través del teléfono 091, quien a su vez dio aviso a las dotaciones en servicio y al Servicio de Emergencias 112". Desde la Delegación del Gobierno se indica que, una vez en el lugar, médicos y policías constataron que aunque varios ciudadanos intentaban reanimar al joven, que yacía en el suelo, éste era cadáver.

Según explicó ayer Alfonso G., amigo de la víctima y testigo presencial de los hechos, en torno a las tres de la mañana él y otros tres amigos advirtieron cómo un hombre estaba agrediendo a una mujer en Albatros: "Le tiró las llaves a la cabeza, la zarandeó, le pegó un guantazo...", apunta el testigo, que en ese momento se encontraba a las puertas de un local de copas, situado junto a las escaleras que unen Doctor Fleming con La Madrila Baja.

Los testigos le dijeron al hombre que dejara de agredir a la mujer ("era bajita, regordeta, morena de piel, rubia y casi seguro que era sudamericana", explica el testigo). Ella gritaba y pedía auxilio: "Nos dio fatiga ver a ese hombre pegándole a una mujer, que nos pedía socorro. Por eso le dijimos que parara. Creo que cualquiera hubiera hecho lo mismo que nosotros".

El propietario de otro bar le indicó a la chica que subiera las escaleras, llegara hasta Primo de Rivera y tomara un taxi. La mujer se marchó y el hombre salió corriendo y se montó en un coche, aparcado en Albatros. "Era un Volkswagen corto, de color rojo. Arrancó, se saltó el semáforo, no puso ni siquiera las luces".

LA MUERTE Este testigo añade que una vez que el agresor se marchó, ellos continuaron hablando y no le dieron más importancia a lo sucedido. Poco después llegó Alejandro Clemente y se unió al resto de amigos. Todos ellos habían estado en un cumpleaños y quisieron seguir la celebración en La Madrila.

No habían pasado ni 15 minutos cuando el agresor regresó al lugar, se puso frente a Alfonso, y le dijo: "Oye, dile a tus amigos que os espero ahí arriba, que os voy a matar". Se inició una discusión y el agresor, situado a escasos cinco metros de los cuatro jóvenes ("estaba en un descansillo de la escalera, junto a una puerta blanca"), sacó un arma, lanzó cuatro tiros, uno de ellos alcanzó a Alejandro Clemente Ríos y le hirió mortalmente.

Según la descripción de este testigo, el autor de los disparos rondaba entre 35 y 40 años, medía 1,70 aproximadamente y podía pesar unos 70 kilos. Tenía el pelo corto, iba afeitado y vestía vaqueros y un jersey rojo. Salió huyendo escaleras arriba.

"Alex estaba a mi derecha. El era el que menos culpa tenía de todo porque llegó más tarde. El hombre nos llamó babosos, chulitos... Cuando nos disparó, Alex cayó al suelo, intenté cogerlo, empezó a sudar... Al principio pensamos en un desmayo, intentamos hacerle el boca a boca, le dimos masajes en el corazón... Llamé desde mi móvil dos veces a la policía". Los agentes, según este testigo, llegaron a los 10 minutos, la ambulancia "tardó entre 20 y 25 minutos".

Albatros era en ese momento un hervidero de curiosos desconcertados, de amigos hundidos, de gente llorando... Fuentes de la investigación confirmaron a este diario que los disparos se realizaron con un arma corta, probablemente un revólver, ya que no se ha encontrado ningún casquillo en la zona del suceso, puesto que este tipo de armas de pequeño calibre los retienen en su interior. Estas mismas fuentes apuntaron que la bala que mató a Alejandro Clemente entró por el cuello y salió por la espalda.

La investigación policial coincide, en principio, con la versión de los testigos y apunta a que el agresor disparó desde la parte superior de las escaleras.

JUZGADOS El caso ya está en manos del juzgado de instrucción número 3, cuya jueza titular, María Luz Charco, ordenó el levantamiento del cadáver y decretó el secreto de sumario. Fue entonces cuando una dotación de la policía nacional acudió al domicilio de los padres (en Hernando Soto, 5) al filo de las 7.30 horas para comunicarles la noticia. El padre, Genaro Clemente, sufrió un infarto. Fue trasladado al hospital, pero nada pudo hacerse por salvar su vida.

Fuentes judiciales confirmaron que al joven se le practicó la autopsia y que el juzgado expidió la licencia de enterramiento. La autopsia fue realizada en torno a las once de la mañana por dos forenses: el jefe de Patología y el director del Instituto de Medicina Legal. Estas fuentes también confirmaron que la muerte se debió al disparo. En torno a las 13.45 horas el féretro de Alejandro Clemente llegó desde el anatómico al tanatorio San Pedro de Alcántara.

El subdelegado del Gobierno, Fernando Solís, lamentó los hechos e insistió en que la investigación la realiza la policía judicial. Lo mismo hizo el concejal de Seguridad Ciudadana, Santos Parra, quien subrayó la colaboración de la policía local. Por su parte, el presidente de la Agrupación Vecinal, Miguel Salazar, pidió más seguridad y empresarios de La Madrila insistieron en que el suceso se produjo en la calle, no en un local.