"Siempre creí que la recompensa por una acción era simplemente llevarla a cabo", decía humildemente Víctor Guerrero en su discurso. Muchas buenas acciones a lo largo de una vida dedicada a ayudar a los drogodependientes que ahora se ven recompensadas con el máximo distintivo de la región, por el que él confesó sentirse "muy honrado, contento, abrumado y hasta sobrecogido".

En su momento en el Teatro Romano aprovechó para "mostrar su gratitud" no solo hacia el Gobierno regional, sino a su pueblo, Esparragosa de Lares, a su alcalde, Basilio Redondo, y a todas las asociaciones, instituciones y colegios profesionales que lo han apoyado, "que siempre contarán con mi afecto", porque las suyas, "son obras admirables de muchas personas".

Hasta ahora, su mayor éxito era conseguir la sonrisa de una madre al ver a su hijo rehabilitado y fuera de las drogas, pero anoche descubrió que las buenas acciones se premian y se recompensan desde fuera. A partir de ayer se colgó una medalla "con orgullo y responsabilidad, consciente de que me hará amar más a Extremadura".