Estaba a punto de acceder a los andenes cuando sintió una bocanada de aire caliente, un ruido ensordecedor de cristales rompiéndose y un temblor a su alrededor. Así vivió ayer José María Rodríguez, placentino de 25 años que trabaja en Madrid, el atentado en Atocha.

Esperaba un Regional a Plasencia para pasar el fin de semana con sus padres. No tenía por qué estar en la estación tan temprano, pero ayer se despertó pronto y decidió acudir antes. Cuando iba a mirar si su tren estaba en el andén le sorprendieron las explosiones: "Sentí aire caliente en la cara y todo comenzó a temblar". Recuerda que a su alrededor hubo segundos de silencio y luego, el caos: "Primero la gente se quedó paralizada, y después todo el mundo comenzó a gritar y a salir corriendo".

José María relata que muchas personas intentaron salir a la calle por puertas estrechas por las que apenas cabían: "La gente se empujaba y se pisaban unos a otros con tal de salir cuanto antes". Fuera, la situación no era mejor: "Hasta ese momento no había visto heridos, pero me di la vuelta para mirar atrás y comenzó a salir gente ensangrentada, incluso un hombre vomitaba sangre por la boca..."

Sólo en la calle consiguió avisar a su familia por el móvil y ya por la tarde viajó a Plasencia en taxi cruzándose con varios coches fúnebres. Afortunadamente salió ileso, pero el susto y los recuerdos tardarán en borrarse.