Tener un coeficiente intelectual por encima de lo habitual o un talento especial no suele ser sencillo. Principalmente porque esas altas capacidades intelectuales no suelen ser detectadas con facilidad a una edad temprana y, mucho menos, bien atendidas y gestionadas por el sistema escolar. Esto hace que muchos de estos niños y niñas, a menudo, se aburran en clase y las buenas notas y el alto rendimiento que a priori se les presuponen se conviertan en fracaso escolar, en desmotivación, en aburrimiento.

Por eso la identificación de un alumno con altas capacidades es esencial cuanto antes -en Infantil ya podría detectarse según los expertos-, pero también lo es una correcta atención durante todo el proceso escolar. Sin embargo, «en Extremadura actualmente no están bien atendidas las altas capacidades. Creo que son los alumnos con necesidades educativas especiales más desfavorecidos del sistema educativo», señala Elisa Jiménez, presidenta de la Asociación Profesional de Orientadores en Extremadura (Apoex).

«La mayor parte de la atención a la diversidad en Extremadura se centra en el alumnado que tiene dificultades por debajo, es decir, alumnado con discapacidad cognitiva, con problemas de aprendizaje, TDH o diferentes tipos de deficiencias visuales, sensoriales, auditivas,... pero en el caso de los alumnos con altas capacidades, que son los más abandonados, suelen ser incomprendidos», prosigue Jiménez.

FORMACIÓN/ Esta profesora, que trabaja actualmente en su centro con dos alumnos de altas capacidades, asegura que lo que falta en la comunidad son recursos y formación específica a los profesionales para atender correctamente a estos estudiantes, recursos que sí existen en otras comunidades. Las estadísticas del Ministerio de Educación apoyan sus declaraciones: en Extremadura actualmente hay reconocidos 220 alumnos con altas capacidades -201 en el curso 2014-2015- y son estos los que cuentan con medidas extraordinarias o excepcionales de atención. En Murcia, por ejemplo, el número superaba los 3.000 alumnos ya hace dos cursos. «¿Somos los extremeños más torpes? Pues no, lo que sucede es que en otras comunidades tienen programas de identificación temprana que están ayudando a que se detecten lo más pronto posible las necesidades que tienen estos alumnos. En estos momentos, en nuestra comunidad la atención educativa a los alumnos con altas capacidades no es la que debería ser», explica Carmen Gómez, psicóloga, orientadora y experta universitaria en altas capacidades.

De hecho, se estima que el 2% de los estudiantes tienen altas capacidades, por lo que se supone que podría haber en realidad más de 3.500 alumnos extremeños talentosos o superdotados pasando desapercibidos en las aulas extremeñas, una característica común de este colectivo. Para cambiar esta situación e intentar que las cifras se asemejen a la realidad, el sindicato ANPE ha solicitado a la consejería crear equipos específicos de atención a las altas capacidades en la región que se encarguen de coordinar las actuaciones para lograr una «adecuada atención» a estos alumnos y ofrecer formación específica al profesorado.

«NO ESTAMOS PREPARADOS»/«En general, los docentes no estamos preparados para atender a estos alumnos. Existe formación a iniciativa propia de cada uno, pero no saben cómo atenderlos ni tienen herramientas para comprobar si un alumno tiene adquiridos los contenidos que se le están impartiendo porque además estos niños no suelen mostrar todo lo que saben, para no sentirse diferentes no muestran todo su potencial dentro de clase», apunta Jiménez.

Por su experiencia, reconoce que el sistema suele entender que «un alumno con altas capacidades es el que menos atención necesita, sin embargo requiere la misma que el que no llega a los contenidos», dice. «Los orientadores no somos expertos en altas capacidades y si tenemos un equipo específico en Extremadura como en otras regiones, vamos a ganar muchísimo en la atención, en la detección precoz, en información, asesoramiento y en definitiva, en respuesta educativa».

La propuesta de ANPE recoge que ese equipo además de prestar asesoramiento a los profesionales también debería actualizar el mapa regional de las necesidades de estos alumnos, elaborar y difundir materiales, promover el intercambio de experiencias entre centros... Sin embargo, desde la Consejería de Educación consideran que «no es necesario crear un equipo específico para cada una de las necesidades educativas que presentan los alumnos escolarizados en nuestros centros, pero sí apostamos por una formación cada vez más especializada de los profesionales que trabajan con estos alumnos», señalan.

A su juicio, esta formación debe ir dirigida tanto a los especialistas que integran los servicios de orientación como a los profesores que tienen a estos alumnos en sus aulas, «para que sean capaces de detectar de forma temprana sus necesidades y se pongan en marcha las medidas que les permitan progresar con éxito en nuestro sistema educativo».

Actualmente en Extremadura los recursos para estos alumnos son limitados, pero los 220 menores que están identificados cuentan con medidas extraordinarias recogidas en la normativa autonómica como el enriquecimiento educativo, la adaptación curricular de ampliación y la flexibilización o aceleración de curso con las que se les facilita un nivel superior de formación. Para optar a cualquiera de estas acciones es necesario contar con un informe psicopedagógico realizado por un equipo de orientación educativa y psicopedagógica. El estudio como tal suele venir a demanda de los padres principalmente, valora tanto el coeficiente intelectual del alumno como su nivel de vocabulario, su creatividad y los niveles de competencia curricular de cada una de las áreas.

Pero para tener acceso a esas medidas extraordinarias, previamente debe comprobarse que otra serie de medidas ordinarias resultan insuficientes. Por eso, según la consejería habría otros alumnos con altas capacidades no reconocidos con dicho informe a los que se les están aplicando esas medidas ordinarias de atención: «estrategias específicas de enseñanza-aprendizaje tales como profundización en los contenidos, actividades de ampliación, adecuación de recursos y materiales o modelos organizativos flexibles que permitan al alumnado desarrollar al máximo su capacidad y motivación».

El problema a la hora de aplicar estas medidas, insiste Elisa Jiménez, es que «queda a criterio del centro tener recursos destinados a proporcionar ese apoyo a este alumnado». «Yo tengo dos alumnos con altas capacidades en mi centro y tengo que estar reclamando constantemente horas de profesorado para poder darles apoyo por encima del currículo del nivel en el que se encuentran, mientras otros alumnos eso lo tienen asegurado».

El paso de los años hasta determinar que esas medidas ordinarias son insuficientes y tomar otras de mayores calado es otra de las deficiencias que ven desde la Asociación de Altas Capacidades de Extremadura: «a veces esperando conocer si funcionan se alarga el proceso y pasan años determinantes en el desarrollo de un niño; cuando de antemano ya sabemos que las medidas ordinarias casi nunca son suficientes y que el profesorado casi nunca ha recibido formación específica en altas capacidades y enriquecimiento educativo», lamenta. Este colectivo, presidido por Fátima Murciano, reclama formación para los profesionales con el objetivo de poder detectar a estos menores y hacerlo cuanto antes. Para contribuir a ello, la asociación trabaja desde el 2013 con el único ánimo de visibilizar una realidad que en ocasiones se esconde tras la frustración, el aburrimiento y el fracaso escolar.