Tiene seis hijos, aunque poco a poco, la vamos aliviando y le vamos despejando el piso de algo más de setenta metros cuadrados en el que hemos nacido y vivido. Me di cuenta de lo que era cuando estuvo ingresada en el hospital. Me quedé al cargo de la casa. Y durante esos nueve días, sólo pude ir uno a la escuela de idiomas y a duras penas podía acercarme al hospital a verla. Y sólo fui el brazo ejecutor. A través del móvil me daba el menú y algunas instrucciones más. Y eso que durante esos nueve días no parí seis hijos, ni tuve que aguantar a ningún jefe ni cobrar nóminas inferiores a mis compañeros por el hecho de ser mujer, ni despedirme de la muchacha que dejaba la casa porque se casaba y encontrarme sola ante unos bebés que lloraban cuando me iba a trabajar; ni volvía del trabajo y me encontraba la casa patas arriba, ni renuncié a un estupendo sueldo en un banco para dedicarme a mis hijos y mi marido, ni hacer filigranas cordobesas con un solo sueldo, ni tuve que buscar colegios, comprar libros de texto para el regimiento que le iba naciendo, ni comprar ropa ni hablar con profesores ni llevar los niños al médico, ni tuve que operarme de vesícula y pasarme un mes en el hospital, ni sufrir cólicos...

No. Y aun así, no me alcanzaba el día para nada. A las diez de la noche se me cerraban los ojos, aunque mi madre nunca se ha acostado a esa hora. A esa hora, mi madre aprovecha para planchar o para, al fin, poder bordar un poco. A las siete de la mañana, o a las seis, si hay mucha plancha, está en pie. Y cuando nos levantamos, el café está listo en la cocina.

Mi madre sabe cantar, coser, bordar, cocinar (atesora una dedicatoria de Arzak, en la que concuerda con ella en que la cocina es amor), hacer bolillos, poesía. No ha perdido la facultad de reírse a carcajadas por cualquier tontería... mi madre sabe hacer muchas cosas y no me alcanza para contarlas aquí. No me alcanzan treinta líneas para contar todo lo que mi madre hace, todo lo que mi madre sabe a pesar de su certificado de estudios primarios; todo lo que mi madre es. Sólo puedo decir que a pesar de no salir en Forbes cada año, ni en Cosmopolitan, es una superwoman; en extremeño, jabata.

M. Eulalia Serrano Liberal