«Vivía en la parte francófona de Camerún. Cuando tenía 18 años mi padre me forzó a casarme con un hombre de 56. Estuve tres años con él y tuve un hijo. Yo no lo quería y me pegaba, decidí huir. Me marché a la parte inglesa del país y conocí a mi actual pareja, con quien tengo un hijo. Juntos montamos una pequeña tienda. Pero yo no fui bien recibida por ser de la zona francófona. Nos quemaron la tienda y mi marido tuvo que esconderme para que no me mataran. Finalmente tuve que salir de allí. Mi marido me dio todo lo que teníamos para que llegara a Europa. Comencé mi viaje en diciembre de 2016. Desde entonces no veo a mis hijos. He pasado mucho miedo», narra F. Marciale.