Clara Cubero vive en Mérida con su marido. El es licenciado en Matemáticas --fue el primero de su promoción-- y "ha calculado el trazado de las líneas de alta tensión de media Extremadura", aunque no sabe por cuánto tiempo lo recordará. Tiene 71 años y hace cinco que le diagnosticaron alzhéimer. Su enfermedad todavía no está muy avanzada pero desde entonces, la vida de este matrimonio "ha cambiado por completo". Ahora ella, se dedica a cuidar a su marido.

Cada momento del día está pendiente de él y cada noche se sienta a su lado para "hacer los deberes", porque tiene que practicar sumas, restas, multiplicaciones, ´sudokus´, sopas de letras y ejercicios de lenguaje "iguales que los de un niño de primaria" para mantener unas facultades cognitivas que una vez que pierda, nunca más recuperará.

Todo comenzó con pequeños olvidos en el ámbito de trabajo (regentaba una empresa eléctrica, de la que ahora se encarga su hijo): "mi hijo me comentó que se le olvidaban datos sobre la contabilidad y los proyectos de la empresa y decidí llevarlo al neurólogo", comenta Clara. En la consulta, le confirmaron "que algo había", pero no se lo especificaron. Supo que era alzhéimer más tarde, a raíz de una operación a causa de un aneurisma.

"Cuando me lo dijeron, no me lo creía. ¡Era imposible, mi marido!", afirma. "Y él se lo tomó peor. Dijo que era mentira, que nos reconocía a todos, que no tenía eso", dice. Ahora, cinco años después, asegura que su marido "todavía no lo ha asimilado y muchas veces, cuando no se acuerda de algo y se da cuenta, se enfada conmigo y me dice que soy yo la que he hecho las cosas mal. Superó un cáncer, pero no es capaz de asimilar que tiene alzhéimer", comenta.

En cuanto se enteró de la patología que sufría su marido, acudió a la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer y otras Demencias de Mérida (Afam) --se lo recomendó una psicóloga de la consulta a la que acude cada seis meses--, lo que le ha servido para controlar el avance de la enfermedad. "Allí me acogieron como en mi propia casa y me prepararon para enfrentarme al alzheimer. Mi marido empezó la terapia cognitiva y a pesar de llevar cinco años con la enfermedad, está bastante bien. Aún me reconoce, pero no se por cuánto tiempo lo hará", concluye con tristeza.