"Eso no se olvida, yo nunca había visto una cosa semejante, con llamas tan altas de hasta 20 metros de altura y todo cubierto de humo". Solo basta escuchar a Emilio Munez, propietario de la estación del servicio de Vegas de Coria, para hacerse un poco a la idea de la magnitud del incendio que azotó a la comarca de Las Hurdes en julio del año pasado y que aún hoy permanece vivo en la memoria de muchos. La fecha la recuerda perfectamente: el 25 de julio. "Me cogió aquí trabajando, fue un caos, solo se escuchaban sirenas, era un ir y venir de medios que trataban de sofocar el incendio y precisamente la Unidad Militar de Emergencias instaló su base aquí, en mi gasolinera".

"Lo que más me impactó es ver que cerca de Rubiaco todo eran llamas, se me pone la piel de gallina solo de pensarlo", confiesa, aunque lo mejor de todo, "es que nadie salió dañado" añade. Ahora, entre la tristeza al recordarlo y la esperanza por mirar hacia el futuro, reconoce que hubo momentos en los que llegó a sentir miedo, especialmente, por el lugar en el que se encontraba: "Me asusté un poco y más al estar en una gasolinera". Por suerte, ese día los depósitos de la estación estaban al máximo los medios pudieron trasladarse de un lugar a otro. "Era la única gasolinera a la que los camiones tenían acceso para repostar y tuvimos suerte porque nos cogió con los tanques llenos si no, no sé qué hubiera pasado", comenta con la mirada puesta en la colina mientras llena el depósito del todoterreno de Carlos Mohedano, un vecino de La Pesga, que aún arrastra las consecuencias de aquel fuego.

"Yo vi como se me quemaron cuatro hectáreas con 90 olivos entre el término municipal de Caminomorisco y La Pesga y después de un año, aún seguimos esperando las ayudas", afirma este propietario de 35 hectáreas de olivar. Recuerda que en aquellos días, se habilitó una oficina comarcal agraria para que los perjudicados presentaran escritos sobre los daños sufridos, y así lo hizo él, pero hasta el día de hoy, "los ayuntamientos sí han recibido el dinero, pero yo nada", asegura descontento. "He perdido los olivos y la cosecha de los ocho o nueve años próximos, es mucho dinero el que he perdido", comenta. Al igual que otros muchos agricultores, recuerda con detalle aquellos días en los que participó de manera directa en la extinción de las llamas. "Recuerdo que al ver el incendio quise venir con una desbrozadora para abrir un cortafuegos, pero no pude pasar porque la Guardia Civil no me dejó".

José Matías es otro de los muchos vecinos que hace un año se encontraban en su casa de Nuñomoral cuando el incendio. "El verde ya se va viendo poco a poco" responde ahora cuando se le pregunta por el incendio. A su amigo, Amador Panadero, el suceso le cogió en el extranjero, sin embargo, cuando volvió después a Las Hurdes asegura que se le partió el corazón. Por el contrario, José fue testigo directo y desde su casa en lo alto de Nuñomoral divisó gran parte de lo sucedido. "Llevo más de 30 años viviendo aquí y ha sido lo peor que he visto, es muy difícil de olvidar, por lo menos había 700 militares y hubo un helicóptero que estuvo a punto de tener un accidente", recuerda. Y aunque reconoce que se habla poco del tema, la gente lo tiene presente.

Los bares se convirtieron en unas horas en salvavidas ya que abastecieron de comida a cientos de personas. "Fue mucho jaleo, en un solo día hicimos 365 bocadillos, los dimos con agua y fruta y nos lo encargó el ayuntamiento", recuerda un año después la dueña del Bar Sagitario, Inmaculada Martín, mientras prepara los aperitivos en la misma cocina donde hace un año hizo los bocadillos junto a su hija Silvia. Otros como Lucio García, trabajador del ayuntamiento, a pesar del tiempo transcurrido se muestra indignado con aquellos que son capaces de hacer tanto daño a Las Hurdes, que este año ya ha celebrado sus fiestas y se ha puesto manos a la obra para recuperar lo perdido.