Un adolescente de 16 años no puede pedir una cerveza en un bar, pero sí participar en un encierro taurino. La muerte de un chaval de esa edad al ser arrollado por un cabestro hace una semana en Cabanillas (Navarra) sumió al pueblo en la consternación, a la vez que reactivó el debate sobre la reglamentación de este tipo de actos.

Las fiestas del municipio se tiñeron de luto cuando el joven A. M. A., que participaba en el encierro de vaquillas, fue golpeado por un manso que ya había hecho el recorrido, pero que fue soltado de nuevo para que recogiera a un grupo de reses rezagadas. El chico, que chocó con el cabestro de frente, consiguió levantarse tras ser arrollado, pero cayó desplomado al poco tiempo. Después fue trasladado, aún con vida, al Hospital Reina Sofía de Tudela, donde no pudieron evitar su muerte.

El director general de Interior de Navarra, Juan Ramón Rábade, comentó que el encierro había sido autorizado y se desarrolló "con normalidad". El reglamento navarro de espectáculos taurinos prohíbe que menores de 16 años tomen parte en estos actos, pero al tener la víctima esa edad, no existió ilegalidad alguna.

Este suceso, junto con el del chico de 14 años que el mismo día resultó herido leve en un encierro de Macotera (Salamanca) --también arrollado por un cabestro--, suscitó las críticas de quienes consideran que se debería exigir la mayoría de edad para participar en los encierros.