Najia Ziani es el ejemplo personificado de la integración entre españoles y marroquíes que ha conseguido el instituto San Martín de Talayuela. Llegó con siete años a esta población de la provincia de Cáceres y hoy, con 18, afirma sin dudarlo que no tiene ningún tipo de problemas para relacionarse, ni con sus compañeros de clase, ni con los profesores, ni con los vecinos de la localidad por el hecho de ser una de las pocas que acude regularmente a clase con el velo islámico.

Ella tiene claro que "se debe respetar a cada persona, tanto a la que lo lleva como a la que no. A una monja, por ejemplo, no le vas a decir que se ponga minifalda" y subraya que llevar el hiyab es una cuestión de creencias. En su caso, afirma: "Es una cosa que la llevas en la sangre; si me lo quitan, es como si me faltara algo" y, aunque está de acuerdo en que un extranjero debe respetar las normas del país al que llega, el hecho de que se llegue a la expulsión de una alumna por llevar velo le indigna: "Me parece fatal, cada uno tiene su opción y hay que respetarla".

Es lo que han hecho en Talayuela y, de hecho, subraya que su principal problema cuando llegó a Extremadura no fue el velo, sino el idioma. Su padre llevaba trabajando en esta población cercana a Navalmoral de la Mata desde el 91 y Najia llegó ocho años después con el resto de su familia; tiene dos hermanas de 21 y 24 años.

Entonces se encontró con la barrera del idioma, pero recuerda que lo solucionó rápidamente y de forma autodidacta, con lo que antes de entrar en el colegio Gonzalo Encabo ya sabía hablar español. "De hablar con los vecinos y de escuchar la televisión aprendía y entré en el colegio hablando español". Ahora lo compagina con su idioma natal, que habla con sus compañeras marroquíes.

Así rompió la que para el director del instituto San Martín es la primera y gran barrera de los marroquíes. Para Roberto Bayón, el velo puede provocar alguna reticencia inicial, en la primera impresión de los estudiantes a la hora de relacionarse con las alumnas de origen marroquí, pero reconoce que el caso de Najia es distinto porque lleva muchos años en Talayuela. De hecho, Najia no recuerda haber sentido rechazo por llevarlo: "Los compañeros nunca me han dicho nada, ni los profesores".

El caso que se dio hace tres años fue la excepción. "De repente, un día la jefatura de estudios nos prohibió llevarlo y teníamos que quitárnoslo antes de entrar al centro. Yo me opuse, pero al final me lo quité para que no perjudicara a mis estudios". Aún así, la situación duró un mes y después todo volvió a la normalidad.

El director recuerda que esto sucedió al presentarse un día medio centenar de chicas con el velo frente a la docena que lo lleva actualmente. "Todo se debió a que apareció gente en el pueblo más radical que metió miedo a las chicas, pero hablamos con ellos y al final se fueron". Desde entonces, ni Najia ni el resto de las chicas que acuden a clase con el hiyab han sentido rechazo.