Fruta, pan y chatarra. Esto es lo que les lleva casi a diario a una madre y una hija a rebuscar en la basura. Lo hacen desde hace un mes, el tiempo que llevan viviendo en Cáceres, en los mismos contenedores, que no están escogidos por azar. En estos cubos tiran los desechos y desperdicios que se generan a lo largo del día en un supermercado de una zona céntrica de la ciudad --"aquí no se puede aprovechar nada", dicen desde el súper--. Entre las 20.30 y las 21 horas los empleados tiran la basura cada día, y entre esa media hora hacen su aparición estas dos mujeres, de origen portugués, que prefieren ocultar su identidad.

Llevan más de un mes en Cáceres, a donde llegaron tras pasar por Almendralejo en busca de trabajo. Viven con la familia en un piso de alquiler; son nueve en casa: los padres, cinco hijos, una nuera y un nieto. De ellos solo trabajan dos vendiendo calcetines en el mercadillo. "Con eso no podemos hacer nada", dice la hija. "Necesitamos rebuscar para comer".

Buscan alimentos que puedan aprovechar para llevarse a la boca y chatarra que vender. "No suele haber mucho, cogemos fruta poco podrida, restos de pan, lo que veamos que podemos comernos; también aluminio y metales para vender. "No hay trabajo para nosotros, sino lo hay para los españoles", lamenta. Asegura que apenas les llega para el alquiler y no saben el tiempo que permanecerán en Cáceres. Han buscado ayuda de Cáritas, que les da alimentos pero "con un kilo de arroz hacemos poco". La presencia de EL PERIODICO les incomoda y esa noche se van con el carro vacío.