Miles de trabajadores en todo el mundo celebraron ayer el Primero de Mayo y pidieron en la calle una mayor seguridad laboral y salarios dignos. Unas celebraciones marcadas en España por la crisis de Delphi y las llamadas a las urnas y en Cuba por la ausencia de Fidel Castro, y ensombrecidas en todo caso por los graves incidentes registrados en Estambul y que terminaron con la detención de 900 manifestantes.

La reivindicación de un salario digno se convirtió ayer en una de las principales proclamas sindicales en las manifestaciones del Primero de Mayo. Los dirigentes de CCOO y UGT practicaron la autocrítica y anunciaron que se han marcado como objetivo que los convenios colectivos que negocien a partir de ahora establezcan un sueldo base de 1.000 euros al mes. Se trata de una batalla de gran calado puesto que más de seis millones de trabajadores españoles, el 35% de los asalariados, cobran menos de lo que los sindicatos mayoritarios consideran unos ingresos mínimos para vivir.

El objetivo de los 1.000 euros mensuales para el sueldo pactado en los convenios y el SMI responde a la aplicación de la fórmula que recomienda la Carta Social Europea de garantizar unos ingresos básicos equivalentes al 60% del salario medio. Se trata de un viejo objetivo sindical que CCOO y UGT han puesto ahora en primer lugar aprovechando la reducción del paro en España en los últimos años hasta situarlo en el 8,4% de la población activa.

Una vez más Madrid fue el escenario central de la Fiesta del trabajo en España. Allí se reunieron varios miles de personas --30.000 según los convocantes y unos 5.000 según la policía municipal-- en un acto en el que los secretarios generales de CCOO y UGT, José María Fidalgo y Cándido Méndez respectivamente, expresaron hoy su solidaridad y apoyo a los trabajadores de Delphi al grito de "Delphi no se cierra".

Fidel no regresó

También hubo celebración, aunque esta con sabor agridulce, en La Habana, donde la ausencia de Fidel Castro frustró las expectativas creadas en los últimos días sobre su vuelta al poder y abrió nuevos interrogantes sobre su estado real de salud y sus funciones políticas.

Pero sin duda la gran mancha de esta jornada festiva se vivió en Estambul. En la ciudad turca la policía detuvo unas 900 personas tras dispersar una manifestación de trabajadores y sindicalistas. Los manifestantes fueron arrestados cuando intentaban alcanzar la plaza de Taksim, donde desde el golpe militar de 1980 están prohibidas todas las concentraciones políticas.

Por lo que se refiere al resto del mundo, en Francia las manifestaciones del Día Internacional del Trabajo cobraron este año un tono más político que sindical a cinco días de la segunda ronda de las elecciones presidenciales.