José María y Santiago tienen en sus manos el control de 10.000 kilómetros de líneas eléctricas y de que la luz llegue correctamente a los 301.465 clientes que Iberdrola tiene en Extremadura. Son, respectivamente, el jefe de turno y el coordinador en una mañana de julio del Centro de Operación e Información (COI) de Cáceres, que es como el cerebro de Iberdrola en Extremadura.

Su labor es básicamente la de resolver incidencias y distribuir correctamente la electricidad para que a ningún cliente le falte energía ni las líneas se saturen por sobrecarga. "A veces es como un pequeño milagro que tengamos luz con tantas líneas y tantos factores que pueden afectar", explica Alejandro Mulas, jefe de los COI de Cáceres y de Toledo.

Se trata de que la mayor parte de las operaciones que se dirigen desde el COI pasen inadvertidas para el cliente y éste no vea interrumpido el suministro. Es como manejar una gran red de tuberías, abriendo y cerrando llaves, para que el agua llegue a todas partes. Pero con la dificultad añadida de que energía no se almacena. La informática ha facilitado mucho esta labor. "Antes eran paneles con líneas de colores y chinchetas en la pared y hoy son sistemas informáticos avanzados y es todo automático", explica Mulas.

Localizar averías

José María y Santiago realizan a través de cinco grandes ordenadores cada uno tres funciones principales: control de la red eléctrica, conservando la tensión adecuada en todas las líneas y ajustando el sistema a la demanda en cada momento; mantenimiento de instalaciones y puesta en marcha de nuevos equipos; y solución de incidencias, mediante la localización de las averías y la dirección del personal que trabaja en el campo.

Un ejemplo paradigmático de incidencia atendida por el COI es el disparo de una línea, es decir, cuando la red queda sin tensión (como si saltara un fusible) al caerle un palo de un nido de cigüeña. Si hay clientes que se quedan sin luz, llamarán al teléfono de incidencias de Iberdrola y desde allí se comunicará la anomalía a los ordenadores del COI. Si esta línea dispone de telemando, el COI ya habrá detectado también el fallo y podrá restablecerse el servicio en el tendido o redirigir la energía por otra red.

Hay casos en que la línea no tiene telemando o que se desconoce el motivo de la incidencia. "No es posible saber si es una cigüeña o un camión que ha caído un apoyo, por lo que es necesario ir a verlo in situ". En estos casos es cuando el COI manda a un equipo de mantenimiento para que revise sobre el terreno toda la línea hasta detectar el punto de la anomalía.

En un día normal Iberdrola tiene a unos 150 operarios distribuidos por la red. Unos, revisando las líneas. Otros, sustituyendo cables o apoyos, arreglando averías... En los ordenadores del COI aparece todo el mallado de la red de forma milimétrica, lo que permite desde el centro dirigir vía teléfono a los operarios de campo. Esto es clave por ejemplo en el caso de trabajos que se realicen en líneas subterráneas.

El número de incidencias es variable cada día. En los meses de verano hay jornadas de gran consumo --la punta máxima de demanda en el 2003 fue el 12 agosto--, lo que lógicamente carga más la red. Los ordenadores del COI permiten conocer cuál es la carga de la red en cada punto concreto, lo que permite redirigir la energía para evitar que las líneas se saturen. "Se trata de anticiparse a la demanda", explica Alejandro Mulas. La posibilidad de tener controlado el tiempo real el estado de una malla de cables tan compleja hace que el COI sea como los ojos de la red eléctrica.