La intervención quirúrgica a la que se someten los transexuales suele ser una cirugía de reconstrucción genital, en la que se realizan operaciones como la faloplastia, para poseer el aspecto de un hombre, o la vaginoplastia, para tener el de una mujer, aunque también existen intervenciones como la la mastectomía o la cirugía facial.

Las largas listas de espera o el proceso por el que deben pasar los heterosexuales que desean operarse en la sanidad pública, hace que muchos opten por una intervención en una clínica privada, cuyo precio ronda los 25.000 euros. Los heterosexuales consultados por este diario aseguran que se trata de un alto coste que la mayoría no puede permitirse, por lo que lo más frecuente es que viajen hasta Tailandia para operarse, debido a que allí el precio baja hasta los 6.000 euros.

La vaginoplastia consiste en realizar injertos cutáneos en los que se coloca la piel invertida sobre un molde que se introduce en una neovagina disecada. En cuanto a la faloplastia, se trata de la reconstrucción de un pene al que se le intenta dar una función eréctil.

No son operaciones sencillas y tienen sus riesgos. Las complicación que surgen con mayor frecuencia en la vaginoplastia son el estrechamiento de un conducto o la aparición de úlceras, mientras que en la faloplastia los problemas aparecen en el tracto urinario y las prótesis de pene.

Además, la cirugía no asegura que pueda mantenerse la sensibilidad a la hora de mantener relaciones sexuales, algo que también hace que muchos transexuales no se operen. En lo que sí coinciden todos los expertos es que una vez realizada la operación de cambio de sexo, los pacientes ya no precisan apoyo psicológico.