La oposición dedicó la tarde de ayer a analizar el decreto, aunque todos los grupos avanzaron que no se posicionarán sobre el sentido de su voto hasta el último momento para agotar el margen de rédito de la negociación y explotar al máximo el filón mediático del suspense.

De hecho, solo Mariano Rajoy (PP) y Joan Ridao (ERC) se aventuraron a emitir una primera valoración. El líder conservador se enteró de las novedades de la reforma laboral presentada por el Gobierno por teléfono. Rajoy voló ayer al mediodía a Bruselas, para participar en una cena del Partido Popular Europeo. El líder conservador dijo que no ve tan claro como el Ejecutivo que las nuevas reglas de juego creen empleo. "Y eso es lo que en este momento cualquier reforma debe pretender", apuntó. Según él, la reforma ha obviado la negociación colectiva, la adaptación de los convenios a la realidad de las empresas y la formación.

En la cena, Rajoy mantuvo un aparte con la cancillera alemana, Angela Merkel, muy crítica con la economía española. Según fuentes del PP, Rajoy le dijo que en España las empresas y los trabajadores "están haciendo un esfuerzo grande". Y pidió a la cancillera que no identifique el país con el presidente. "España no es Zapatero", le dijo.

Joan Ridao (ERC) aprovechó su cita en el Congreso con Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo para insistir en que si da su apoyo al decreto reclamará un "compromiso solemne y formal, e incluso por escrito" de que el Gobierno incorporará las mejoras que hayan negociado.