La pertenencia a Europa no solo ha permitido a España --y por extensión a Extremadura-- beneficiarse económicamente de los fondos comunitarios. En lo monetario, además, el cambio más palpable ha sido la sustitución de la peseta por el euro. La nueva moneda, que actualmente se usa en 16 estados miembros, ha servido, entre otras cosas, para eliminar la incertidumbre y molestias del tipo de cambio de las antiguas divisas --pasar de euros a escudos, francos o liras, por ejemplo--. También se considera que estabiliza las oscilaciones de precios, dota a Europa de mayor fortaleza frente a mercados internacionales y que suaviza los tipos de interés.

Pero además, pertenecer a Europa implica poder viajar y trabajar sin libremente por todos los países comunitarios, así como comercializar sin trabas arancelarias en más de medio continente. Actualmente, según datos del Censo Electoral, hay más de 13.000 extremeños con derecho a voto repartidos entre los 27 países de la UE, pero el número de residentes puede ser mayor --entre ciudadanos sin edad para votar y personas desplazados temporalmente por trabajo o estudios--.

La educación es otro de los ámbitos en los que también se aprecian cambios. Desde este curso ha comenzado la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior, con el que se pretende dar cierta uniformidad a las enseñanzas universitarias y de postgrado de todo el ámbito comunitario. Pero además, al abrigo de la UE se han desarrollado programas de intercambio de alumnos como Erasmus, del que se han beneficiado más de 3.500 estudiantes de la Universidad de Extremadura desde el curso 1988-1989.

Además, se está homogeneizando la legislación de todos los países en ámbitos como la sanidad, la seguridad alimentaria o el medio ambiente. Actualmente proyectos como la refinería de Tierra de Barros o el complejo turístico de Valdecañas están siendo estudiados por las instituciones comunitarias para garantizar el cumplimiento de la normativa ambiental europea.