Aportación del amade casa

EL 8 DE MARZO conmemoramos, un año más, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora; pero sin cambios positivos en España para la que trabaja en su propio hogar. Cuando la casa queda con atención escasa y los hijos solos o en manos desconocidas, ¿podrá decirse que el dinero compensa? Hay casos en que es muy necesario o conveniente salir; pero algunas se las ingenian para conciliar vida familiar y laboral; muchas veces, sacrificando un trabajo económicamente más rentable.

El trabajo de la mujer fuera, alegra la economía familiar, y también beneficia a las empresas, máxime que algunas por el mismo trabajo les pagan menos que al varón. ¿Cómo puede consentirse en el siglo XXI? Por otro lado, ¿no debería preocuparse el Gobierno de la mujer que cuida de los suyos? ¿Por qué no se tiene en cuenta su aportación a la sociedad, el beneficio social, económico y educativo que supone su labor? Si el papel de la mujer que trabaja fuera es importante, el de la que trabaja dentro, es imprescindible.

Josefa Romo

Las cáscaras eran latortilla de patatas...

CUANDO APENAS LA niñez te había abandonado, la vida toma su verdadera dureza. Acabas de perder el cariño de un padre y en tu casa, con tres hermanos pequeños, la obligación te lleva a trabajar sirviendo en una casa para poder ayudar a la pequeña nómina que tu madre viuda tiene en el colegio de monjas donde trabajaba.

Aún recuerdo cuando corregí tu manera de pelar las patatas y convencida comentaste el por qué; las cáscaras que tú quitabas, bien lavadas, eran la tortilla de patatas de tus hermanos, quienes cada día en los jardines, frente a la ventana de la casa en que servías, esperaban que con suerte le pudieras dar algo.

Eras una niña y te hiciste mujer, aprendiendo lo dura que puede ser la vida. ¡Qué bien lo harías! Cuando aún hoy, 70 años después y cuando gracias a Dios no lo necesitas, tu jefe de aquellos días te envía una cesta de Navidad. Es tu agradecida pensión de la Seguridad Social y que oficialmente no tienes.

Después te casaste. El era jardinero y el sueldo no se podía estirar, siempre intentando hacer maravillas para dar a tus cuatro hijos lo más importante. Todavía te veo lavando la ropa en la pila del patio.

La intención de que estudiáramos, aunque fuera lo básico, aquel Bachiller Elemental, te llevó de nuevo a trabajar por la noche durante años limpiando las escuelas. Eran las 11 de la noche, llegabas cansada de levantar y bajar sillas, de barrer y fregar. Y al final conseguiste tu propósito y tenemos el Bachiller.

Desgraciadamente la enfermedad también llega. Sin embargo esa enfermedad terrible y traicionera no sabía con quién se jugaba los cuartos. Ella no sabía que tu trabajo aún no había terminado. Veo esa tablilla en la pared y tus dedos intentando subir y bajar para poder desplazar un brazo perezoso tras aquella terrible operación. Es cierto que habías perdido una batalla pero no la guerra. Si no podía ser como mujer trabajadora, aún te quedaban como madre muchas tortillas de amor con patatas mal peladas por preparar y muchas bufandas que tejer para tus nietos.

Dedicada a mi madre, una madre y mujer trabajadora.

Angel Moreno Beltrán

Un poquito de tiempo

SEIS Y MEDIA de la tarde de un día cualquiera. O no, tal vez sea un día especial. Cojo mi bloc de notas, echo la vista atrás y escribo.

Un mes de octubre de 1987 decidí compartir mi vida y formar una familia. Esta fecha cambió por completo mi futuro. Lo que antes sólo eran preocupaciones por concluir una carrera se transformó en un terremoto de novedades. Tuve que aprender a cocinar y a llevar una casa. Y lo conseguí derramando alguna lágrima. A los nueve meses nace mi primer hijo. A partir de ahí noches de llantos, de biberones, de fiebres y el desasosiego de sacar adelante una criatura pequeña. No estaba preparada para ello, lo reconozco. Mi jornada laboral, de 8 a 15 horas, quizás sea una bendición, ¿verdad? Mientras mi hijo, cual envoltorio de mantas, a partir de las siete y media de la mañana pasaba esas horas en la guardería, yo lloraba. Lloré mucho por no poder estar a su lado.

A las tres y a toda velocidad me dirigía cada día a buscarle. Recuerdo que fregaba la loza pedaleando su carrito porque había interrumpido su siesta. Si conseguía dormirle, bien, y si no, continuaba al compás que preparaba la comida del día siguiente, la cena, incluso planchaba o doblaba la colada.

A los tres años siguientes nace mi hija. Ya son dos preocupaciones.Sé que me he perdido parte de sus risas y de sus juegos por el trajín de esta vida. Por conjugar dos mundos laborales. Atrás se han quedado visitas al pediatra, noches de termómetros y paños de agua fría. Lo demás continúa igual. Lavadoras, comidas, cenas, plancha, limpieza, compras. Y siempre, o casi siempre, son tareas de la mujer. ¿Somos el sexo débil? Un gran tema de debate.

Hoy, por un traspié de la vida, llevo año y medio alejada de mi mundo laboral. Del de fuera, ¡claro! Dedicada en exclusiva a controlar una enfermedad de la que la sociedad se escurre. Veinticuatro horas metida entre cuatro pareces observando todos los gestos de un ser querido. Por ello sólo cumplo con lo necesario en casa. Mi vida y mis valores han cambiado. También mis prioridades. Aún así mantengo la esperanza de que llegue un día en el que poder dedicarme a aquello que realmente me gusta y me llena. Sin olvidar a mi familia. ¿Será tarde? Espero que no. Sólo pido un poquito de tiempo para ello. Nada más.

María Jesús

Un homenaje

QUIERO HACER UN homenaje a todas las mujeres trabajadoras y a la vez madres. Puesto que yo soy una de ellas sé cuál es el sacrificio para hacer las dos cosas bien. Ser madre trabajadora es muy duro, puesto que tienes que dejar a tus hijos o bien en la guardería o bien con una persona extraña en casa y a la vez estar concentrada en tu trabajo. Yo llevo 33 años trabajando, tengo una hija que ahora es psicóloga y los sacrificios que he tenido que hacer para que no le faltara nada, ni cariño y atención en sus deberes. Por eso quiero hacer este homenaje a todas las mujeres que como yo tienen que salir de casa todos los días a trabajar. Quiero dedicárselo a mis compañeras que hemos compartidos los buenos y malos momentos.

M. Carmen Alegre

Mujeres sin derechos

SE CELEBRA EL Día de la Mujer Trabajadora. Es bueno recordar que las trabajadoras del hogar están fuera de las leyes laborales. No son valoradas como trabajadoras, no se les paga justamente mientras hay mucha demanda y oferta de emigrantes, estudiantes..., pero ya se sabe que a río revuelto ganancia de pescadores.También hay mucha picaresca, entrando en casos concretos hay emigrantes internas que cobran 500 euros, otras, trabajando por horas, son despedidas cuando menos se lo esperan y, en algunos casos se les dice: no venga mañana, sin pensar en cómo las personas se arreglarán el día siguiente. Otro caso, 17 años, en una casa llena de lujo, la despiden porque ya no se la necesita, sale sin ningún derecho, mal pagada, sin haberla dado de alta en ningún régimen, ni el de la Seguridad Social ni incluso privado y siempre son mujeres con cargas familiares para superar los gastos que se suponen en una casa.

Rafa