La leyenda urbana era realidad. En el embalse de Arrocampo han aparecido peces deformes. "Con grandes tumores en la cabeza", precisa José Carlos Escudero, catedrático de Ecología de la Universidad de Extremadura. "Pero no tenía nada que ver con la central. Se encontraron ya en las prospecciones realizadas antes de su entrada en funcionamiento. Aquí y en Valdecañas. Porque la causa no era la radiación, que entonces ni siquiera se producía --la planta aún estaba en construcción--, sino la contaminación del río", matiza este experto conocedor de un entorno que lleva estudiando cerca de 30 años.

Arrocampo fue construido con el único objetivo de servir de refrigerador de Almaraz. Pero hoy es uno de los entornos más apreciados de la región por los pescadores y por los ornitólogos. Sus aguas acogen concursos internacionales de pesca y sus orillas son visitadas casi a diario por decenas de aficionados a las aves. De hecho, está catalogado como Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) y en Saucedilla se ha abierto un parque ornitológico con documentación y puntos de avistamiento. Porque allí anidan o se alimentan especies como el carricero, el andarríos, el martín pescador, el pato cuchara, el pato real, la cerceta, el ganso silvestre, el porrón, el fumarel, los cernícalos primilla, la focha común, la polla de agua, las espátulas o las avefrías. Pero también otros ejemplares más comunes de costa, como las gaviotas reidoras o el cormorán grande, según la tesis que la Uex está realizando para catalogar este hábitat.

"Al tener una temperatura más alta los animales tienen más puestas al año y más numerosas. Además, se produce más placton y por tanto los peces disponen de más alimento, son más grandes y se reproducen más rápido", explican a pie de sus aguas José Carlos Escudero y el ornitólogo Alberto Troca.