La lluvia se presentó ayer, subversiva y molesta, para complicar la jornada y predestinar el día nupcial de hoy. El cielo de Madrid, tan publicitado como elogiado, desapareció tras el telón de nubes, definitivamente caído. El gris dominante ya sólo fue roto por la noche con los vestidos de las invitadas a la cena de gala de los Reyes en El Pardo, que aportaron el único momento de luz y tecnicolor indumentario. Mayordomos con grandes paraguas oscuros recibieron a reyes y jefes de Estado.

Al ritmo de la lluvia fueron llegando los 380 comensales en coches y autobuses. Los Reyes, con una Sofía levantando la falda para evitar las traiciones del pavimento mojado, entraron primero, seguidos por Felipe y Letizia, a la que el agua salpicó el vestido como una inocente agresión. Iñaki Urdangarín pasó la mano por la espalda enchaquetada de su cuñado Jaime de Marichalar para desprender unas gotas obstinadas. Todas las familias se parecen en los gestos, incluso las reales.

EN LA ALMUDENA Por la mañana, cuando el cielo aún se contenía, la Reina y los cinco nietos regresaron a la catedral de la Almudena y al Palacio Real, los núcleos de esta compleja celebración político-sentimental. Los hijos de las infantas han sido los protagonistas gráficos de la afanosa semana y notables ausencias en sus respectivas guarderías y colegios.

La Reina se ha comprometido tan directísimamente que día sí y día también ha estado supervisando la arquitectura efímera en torno al edificio religioso y al palaciego, que mañana ya no existirá. Froilán y sus primos han ofrecido instantes gloriosos a los reporteros, que los han retratado sobre vallas caídas y dándose a la fuga en patinetes.

Inesperadamente, el Rey realizó ayer una incursión en el Palacio Real para estar al tanto de la refinada utillería. Visitó la carpa monumental que cubre el Patio de los Príncipes --más útil que nunca-- para saber cómo se desarrollaba el montaje y la ornamentación de las mesas. Una vez Patrimonio Nacional termine la misión embellecedora del mobiliario será el restaurante Jockey el encargado de llenarlo con platos como el capón asado al tomillo.

En la misma mansión, tal vez en una de las entapizadas habitaciones, cuelga desde hace 10 días el traje que Manuel Pertegaz ha hecho para envolver la leyenda de Letizia Ortiz. El maestro turolense afincado en Barcelona explicó someramente a la agencia Efe que la filigrana es de color "blanco perlado mate" y que para su confección han usa-

Pasa a la página siguiente