"Nuestro ánimo y nuestras intenciones son buenas, pero todo lo que queremos que se decida está ya firmado". La frase de Alejandro Pérez, un agricultor de Rosalejo que produce 96.000 kilos de tabaco, refleja la resignación con la que el sector llegó a la manifestación de ayer. El ambiente era tan escasamente bullicioso durante el recorrido por las calles de Bruselas, que Marcelino Miranda, otro tabaquero, este de Talayuela, mostraba en sus palabras una gran crudeza: "Parece que vamos de entierro más que en una manifestación".

La protesta no fue demasiado bulliciosa entre la expedición española hasta que no se llegó a las puertas del Consejo de la Unión Europea. Hasta ese momento, solo el lema "Si esto no se arregla, guerra, guerra, guerra; si esto no se apaña, caña, caña, caña", que gritaba una y otra vez el presidente de Asaja, Angel García, y el ruido tímido de unos silbatos rompía el silencio de una marcha en la que franceses, alemanes y polacos sí armaban algarabía.

En algunos momentos se llegó a proclamar el "A por ella, oé,", en referencia a la comisaria europea de Agricultura, Mariann Fischer Boel; en otros las palabras se guardaban para el comentario y el diálogo entre los asistentes. "Los jóvenes como yo es lo que hemos visto hacer desde pequeños, y ahora no sabemos hacer otra cosa", comenta Conrado Antón, de Losar de la Vera; "Es una situación muy difícil y no sacaremos nada si los países productores no presionan unidos", advertía durante el recorrido, casi intuyendo el cambio de rumbo del Gobierno italiano, José Luis Pavón, tabaquero de Jaraíz.

Unidad del sector

Pero al margen de lo comedido de la protesta, la nota que marcó la manifestación fue la unión del sector. Los de Asaja, Apag y UPA se entremezclaban y bromeaban como si fueran compañeros de equipo; algo similar ocurría entre alcaldes y cargos del PP y el PSOE, que dejaban atrás sus diferencias para encabezar juntos y revueltos la marcha. "Los extremeños tenemos que estar orgullosos de esta unidad que hemos logrado en defensa de un cultivo", defendía entre pancartas el presidente de la Interprofesional del Tabaco, Nicasio López Bote.

Algunos tabaqueros europeos quemaban hojas de tabaco. "Mariann, elimina todos los empleos de Dinamarca", retaban los carteles de los italianos, tras los que caminaban Ana Morón y sus compañeras de la finca El Peazo, de Talayuela, todas ellas jornaleras del sector. "Es el pan de mi familia, de mis hijos, de mi marido... Nos tienen que ayudar y seguir subvencionando", pedía Ana, que advertía que "mucha gente se ha tenido que ir ya del pueblo y si nos quitan la ayuda muchos tendremos que hacer lo mismo. Es ley de vida. No se pueden cargar así Extremadura".