Al sur de Cáceres, entre las carreteras de Mérida y Badajoz, se alza aún majestuoso lo que fue el poblado minero de Aldea Moret, actualmente en franco proceso de dejadez y deterioro, pero que las instituciones extremeñas parecen dispuestas a recuperar. La mina de La Abundancia, edificio inaugurado ayer, fue la más importante, puesto que el filón que se encontró profundizó hasta los 185 metros.

Fue en el siglo XIX cuando los cacereños Francisco Lorenzo, apodado El Fraile , y Diego Bibiano encontraron en la zona un extraño mineral que llevaron para su análisis al farmacéutico Florencio Martín Castro y descubrieron que era rico en fosforita, mineral del que dependía la fabricación de fosfatos, imprescindible para abonar la tierra.

Las primeras explotaciones del mineral a cielo abierto las realizaba la sociedad cacereña La Fraternidad hasta que en 1876 la titularidad de las minas la adquiere Segismundo Moret, que había sido ministro de Hacienda. En 1880 Aldea Moret nace como poblado minero, con casas para obreros y jefes, piscina, zonas verdes, escuela, economato e iglesia. Minas como la de María Estuardo, San Salvador, La Esmeralda, Santa Teresa, San Antonio o La Abundancia conforman un paseo evocador por esta explotación que exportaba fosfatos desde el ferrocarril cacereño al puerto de Lisboa y los repartía por todo el mundo. En 1929 la crisis de la minería afectó a Cáceres y en los 60, siendo propietaria la Unión de Explosivos Riotinto, cerró definitivamente. Ahora parte de la historia se recrea en la Abundancia.