La Semana Santa cacereña alcanzó anoche su ecuador con la procesión más singular de las dieciocho que la componen: la del Cristo Negro. Este desfile, el único que discurre exclusivamente por la ciudad monumental, ofrece como pocos un viaje en el tiempo: a la Edad Media.

El absoluto silencio de su recorrido --sólo roto por el sonido de una esquila y un timbal destemplado--, el hábito benedictino de sus 59 cofrades y la austeridad del único paso que compone el desfile --la talla del crucificado adornada con hiedras y un único centro floral de lilas y un clavel rojo a los pies-- contribuyen a recrear la época en la que se fundó su cofradía, allá por 1490.

La imagen del Cristo Negro salió a las doce de la noche de la concatedral de Santa María ante la expectación de miles de personas que, en muchos casos, aguardaban ese momento desde hacía horas para tener la mejor visión. Este año, la procesión volvió a su itinerario original por las dificultades que entrañaba el del 2004 en la subida de la escalinata del Rincón de la Monja.

LOS OTROS DOS DESFILES Este desfile culminó el Miércoles Santo, que tuvo otras dos citas procesionales: la del Cristo de la Buena Muerte y Virgen de la Esperanza y la del Cristo de la Preciosa Sangre. La lluvia que a primera hora de la tarde amenazó con un Miércoles Santo sin procesiones no hizo su aparición, para alivio de las tres cofradías.

La Virgen de la Esperanza, también conocida como la Macarena cacereña , exhibió en su recorrido su techo de palio ya concluido, realizado en terciopelo verde bordado en oro en un taller de Coria del Río. Tres bandas de música --la de la cofradía, del Nazareno y la municipal-- y cientos de nazarenos vestidos de blanco con la capa morada acompañaron a los dos pasos. Una salve cantada puso el punto y final al itinerario.

Cuando aún no había concluido este desfile, de la parroquia del Espíritu Santo, en la barriada de este mismo nombre, la cofradía del Humilladero y María Corredentora sacaba a hombros a su Cristo de la Preciosa Sangre. Este año el paso estrenaba tres centros florales de lilium y el desfile dos faroles de guía. Un centenar de cofrades acompañaron en vía crucis a esta imagen --que sustituyó hace 25 años a la del Humilladero-- por las calles de Llopis Ivorra. Es la única cofradía que procesiona en barriadas periféricas de la ciudad.