CACERES

Mientras miles de estudiantes tomaban las calles de Madrid, Granada o Barcelona para protestar contra la guerra, la primera movilización universitaria de Cáceres era un fracaso estrepitoso. Sólo unos cien jóvenes se encerraban en la facultad de Filosofía, ascendían desde el campus y se sentaban ante la Subdelegación del Gobierno.

Mientras el PP pedía amparo a la Asamblea de Extremadura al sentirse acosado por la violencia, los policías que protegían la subdelegación cacereña sonreían relajados, casi enternecidos, al observar a una joven de gafas y camiseta blanca intentando articular a voces alguna estrategia capaz de movilizar a sus colegas universitarios.

Eso sucedía al mediodía del jueves. Cinco horas después, se producía la auténtica movilización de la jornada: en la parada de autobús de la avenida de Alemania de Cáceres, junto a la Cruz de los Caídos, los autocares partían cargados camino del hípico y siempre quedaban 500 jóvenes esperando la siguiente expedición. Bebían cubatas, cantaban felices, inventaban piropos y disfrutaban de la primavera.

Los profesores cacereños se equivocan. Para sus alumnos universitarios, lo primero es el botellón . Eso sí, en el hípico, entre actuación y actuación, dj´s y showmans lanzaron consignas contra la guerra. Paz sí, pero con calimocho.