Tres horas de debate dan para mucho. Sobre todo si la discusión se centra en un tema tan controvertido como es el Estatuto de Cataluña.

A la hora de abordar el efecto que tendrá el Estatut en la región, Ibarra se reconoció incapaz de hacerlo porque no es ni la bruja Lola ni Raphel. Algo crecido durante el debate, explicó que un cazurro como él ha mantenido su gobierno durante más de dos décadas mientras otros más finos , en referencia a Maragall, no han podido hacerlo ni tres años.

Comparó el tripartito catalán con un barquito que naufragó con el primer oleaje provocado por la fragata española y, por supuesto, tuvo algún recuerdo para la Champions ganada el miércoles por su Barcelona. Primero, achacó a Floriano que no hablara en el Senado sobre el Estatut y sí lo hiciera en la Asamblea, algo que comparó con las tonterías que hacen los suplentes durante los descansos de los partidos. Luego analizó el lugar que ocupó el presidente catalán, Pasqual Maragall, en el palco durante el encuentro, que avala que "ellos se creen una nación, pero ni la FIFA los reconoce como tal".

Floriano insistió en la necesidad de hacer un debate en los medios, y le ofreció a Ibarra hacerlo con "una verduguilla" para que no se le vea la cara y no conseguir más publicidad, algo que Ibarra dijo que no logrará a su costa.

Mientras, el portavoz del PSOE, Luciano Fernández, mostraba cómo aplaudir a su líder sin chocar las manos, es decir, aporreando la mesa, una desagradable moda implantada por el diputado socialista que ayer copiaron las populares Teresas , tanto Angulo como Tortonda. Y es que todo es ponerse...