El kit de salvamento de Carla Moreno se compone del aparato con que controla su nivel de glucosa y, por si está bajo, un zumo y caramelos, que contienen azúcares de absorción rápida con los que hacer frente a una posible hipoglucemia leve. En caso contrario --si la glucosa está por encima de lo normal--, ya no necesita inyectarse insulina, sino ajustar la cantidad que introduce en su organismo la bomba que lleva en la cintura. Para ello, eso sí, necesita el asesoramiento de sus padres, ya que a sus ocho años y aunque sabe mucho de la diabetes con la que convive --y con ella su familia-- desde el 2003, aún le quedan cosas por aprender.

"Cuando fue diagnosticada, tuvimos que ponernos al día sobre qué era esta enfermedad y cómo tratarla", explica su madre, Belén Domínguez. Y es que controlar el nivel de glucosa (el de Carla se chequea, como mínimo, siete veces al día) y mantenerlo dentro del margen óptimo es una labor exigente. Pero que afortunadamente van facilitando nuevos instrumentos como la bomba de insulina que desde hace ya más de un año usa Carla. "Aumentó la calidad de vida de toda la familia", dice Belén.

Con otro instrumento menos sofisticado pero también muy útil, la pluma de insulina, también mejoró sensiblemente la vida de Fernando Vega. No en vano su convivencia con la diabetes se prolonga ya durante más de la mitad de sus 52 años. En este tiempo, ha pasado de tener que inyectarse la insulina con jeringuillas de vidrio que debía hervir antes de usar, a la pluma, que lleva en el bolsillo como cualquier otro bolígrafo. "Se puede llevar una vida prácticamente normal con la diabetes e incluso podemos ser deportistas de élite, como el alpinista Josu Feijoo (primer diabético en alcanzar la cima del Everest)".

Y es que aparte de la insulina (que precisan los diabéticos de tipo 1 o los que pueden controlar por otros medios su diabetes de tipo 2), las dos únicas pautas que debe seguir un diabético --y que son extensibles a cualquiera-- son llevar una dieta equilibrada y hacer ejercicio. Lo más complicado es aprender a controlar el nivel de glucosa. Tanto Fernando como Carla recuerdan cómo al principio tuvieron varios ingresos en el hospital. "Pero ya hace mucho que no voy", comenta la pequeña.

Y enseguida su madre le anima a tocar madera sonriente, con la sonrisa de quien sabe hacer frente a la diabetes y no pierde la esperanza de vencerla algún día. "Su padre, que es informático, asegura que los medios tecnológicos como la bomba de insulina seguirán mejorando, yo soy más partidaria de los trasplantes". El presidente de la Junta, por su parte, habló ayer en la inauguración del congreso de la federación de diabéticos de las posibilidades que ofrece la investigación con células madre. "Se abren tiempos de grandes esperanzas", aseguró Vara.