El Gobierno admitió ayer haber relanzado en 1996 las relaciones económicas y diplomáticas con el régimen de Sadam Husein, a quien hoy compara a Adolf Hitler. Pero, lejos de cualquier autocrítica, presentó ese acercamiento como un acto humanitario hacia el pueblo iraquí, dentro del programa de la ONU Petróleo por Alimentos aprobado en 1995. Y alegó que las visitas de altos cargos a Bagdad han sido las "lógicas" de un Gobierno que "trata de mantener relaciones con todos los países".

Estas afirmaciones las hizo el vicepresidente segundo y ministro de Economía, Rodrigo Rato, durante la sesión de control al Gobierno en el Congreso. Rato eludió referirse a las gestiones oficiales en favor de un contrato multimillonario de explotación petrolífera para la firma Repsol, desveladas por este diario y que no forman parte del programa de la ONU.

Un diputado socialista recordó la visita del viceprimer ministro iraquí, Tarek Aziz, a Madrid en 1998 y preguntó a Rato si se habló de la ejecución de 1.500 iraquís denunciada dos meses antes por la ONU.

Rato respondió que la visita de Aziz se produjo en aplicación del Memorándum de Entendimiento entre la ONU e Irak de febrero de ese año y en un ambiente de "optimismo", después frustrado, sobre un posible desarme de Irak. Del resto de visitas de ministros iraquís a España, así como de dos secretarios de Estado a Bagdad --Miquel Nadal, de Exteriores, y Juan Costa, de Comercio--, Rato las encuadró en el programa Petróleo por Alimentos y en la "lógica" de las relaciones con terceros países. Omitió que estas dos visitas se hicieron después de que Irak expulsara a los inspectores de la ONU, a finales de 1998.