La irrupción de potentes ordenadores y satélites, como los Meteosat, y el perfeccionamiento de los modelos numéricos de cálculo han reducido al mínimo los errores en las previsiones meteorológicas a corto plazo, a uno y dos días, y comienzan a ser bastante certeros en los pronósticos a 4 y 5 días. "Ahora tenemos a cinco días una fiabilidad similar a la que obteníamos a dos días hace unos pocos años", explica Francisco Martín, físico del Instituto Nacional de Meteorología (INM).

Pero, aunque las predicciones a corto plazo han mejorado de forma asombrosa, la fiabilidad se derrumba a partir de cinco días vista. Y las predicciones estacionales se mueven todavía en el terreno de las hipótesis.

El principal motivo por el cual las previsiones fallan a medio plazo --más de 5 días-- es que la atmósfera tiene unas circulaciones tan complejas que es imposible reducir a una ecuación perfecta todos los parámetros. El segundo motivo es sencillo, ya que no se dispone de una estación meteorológica en todos los puntos del planeta.