Que se rompa una presa hoy día es algo "muy improbable", pero si ocurre las consecuencias serían "muy graves". Así lo explicó ayer el jefe de sala del 112 Agustín Trocolí. También supondría un grave riesgo que fallasen los sistemas de desembalse, tanto porque incrementaría el riesgo de rotura del muro como porque podría provocar desbordamientos.

Por ello, las presas tienen un capítulo específico en el Inuncaex. En él se recoge que 91 presas de alto riesgo (calificada como A o B, esto es, las que provocarían una catástrofe en caso de rotura) no cuentan con plan de emergencia aprobado, preceptivo desde hace ocho años. Sólo una decena de embalses lo tienen. Respecto al resto, de las 45 de titularidad estatal están en fase de elaboración 30, y el resto ni eso. En cuanto a las 34 de la Junta, se están elaborando 13 y de las otras nada se sabe. Tampoco se sabe nada de los planes de las 12 de propiedad privada.

Además, hay 35 presas que ni siquiera están aún clasificadas.

Lo que sí está estipulado es qué pasaría si se rompe alguna de ellas. Así, el Inuncaex delimita al menos 13 lugares donde las consecuencias serían catastróficas para la población. Esto ocurre con la de Alange, que afectaría a muchas viviendas cercanas a Mérida, o la de Alcántara, que traería la rotura de Cedillo, daños al pueblo luso de Velha de Rodao y rotura de la presa portuguesa de Fratel.

Si ceden los muros de los embalses de Aliseda y Alcollarín las poblaciones se verían "gravemente afectadas", caso idéntico del que se produciría si cedieran las presas de Burguillos del Cerro o Calzadilla.

En Hervás, la avenida producida por la rotura del muro afectaría a esta localidad y a numerosos chalets del entorno, igual que en Jaraiz. Si cede Navarredonda el agua anegaría Zarza de Montánchez, y Pinofranqueado sufriría la misma situación si se rompe su presa.

Moraleja también se inundaría si cede el embalse de Rivera de Gata, mientras que si se daña Valdecañas la riada se llevaría la N-V y afectaría gravemente a la central de Almaraz.

En otros casos las afecciones no son tan directas y graves, pero se verían dañados numerosos puentes y carreteras, lo que supone la destrucción de infraestructuras básicas para la actuación en caso de emergencia por catástrofe.